Lo que más ha agravado la carga de pesares contra el partido liderado por Danilo Medina fueron las sucesivas delaciones de más de 14 imputados que se declararon culpables al entender que todo había terminado y que su destino final sería la prisión. Estos devolvieron dinero y propiedades y aportaron detalles de las operaciones del grupo que manejó todo el complot contra el patrimonio público.
Entre todo esto salió la mención del propio Medina, quien habría dado la orden, en plena reunión en el Palacio Nacional, de buscar dinero para financiar la campaña interna de su partido y las elecciones generales de 2020. Más de RD$ 19,000 millones es la inmensa fortuna que los autores de estos supuestos crímenes sustrajeron del erario mientras las desgracias económicas de los pobres aumentaban al revelarse que, para el último año de gobierno de Medina, 268,515 dominicanos cayeron en estado de pobreza general.
El impacto en la pobreza hubiera sido mayor si el Gobierno de Abinader no hubiese puesto en marcha los programas Quédate en Casa, Fase y Pa’ Ti, que fueron extendidos hasta diciembre de 2020. Estos programas, principalmente Quédate en Casa, mitigaron la caída de los ingresos a través de transferencias monetarias directas a los hogares más vulnerables, evitando que 594,745 personas cayeran bajo la línea de la pobreza monetaria general.
Pero nada de esto importaba al otrora poderoso grupo que gozó de la entera confianza del expresidente Medina, cuyo propósito único era sustraer más recursos por cualquier vía ilícita y enriquecerse a toda costa. Mientras el PLD observaba cómo más de su gente era agregada a la lista de enjuiciados por corrupción, salió desesperado a proclamar la inocencia de los imputados, denunciando persecución política.
Por esto, desató una campaña para denigrar al Ministerio Público, acusándole de servir a dictados políticos para hacerle daño y cuestionó su independencia, encontrándose con que son los propios acusados quienes le desmentían al confesar sus delitos. El PLD ya no solo cuestionaba el trabajo de los fiscales, sino que tenía que enfrentar las delaciones de aquellos a quienes en principio consideraba víctimas de una supuesta persecución política.
Con la estrepitosa caída de su argumento para desviar el centro de la atención pública en el tema de la corrupción, reducir la ola de rechazo popular, sacar algún beneficio del proceso judicial en marcha y buscar una vía para limpiar su imagen, el PLD se enreda más en su propio laberinto.
Por: Mario Antonio Lara Núñez