A la Navidad
En la época actual, las nuevas ideas, los movimientos y los conceptos nuevos cambian el mundo a cada instante. Parece como si bailáramos una danza. Todos al mismo tiempo: la diferencia es el cambio del ritmo.
A veces rápido… A veces lento…
Y este baile es inevitable. Nuestra búsqueda desafortunada de supervivencia en los aspectos social, espiritual, económico, psicológico, intelectual, imprimen a la existencia los elementos de una sinfonía.
Cada individuo crea su propia música. Cada cual tiene su estilo. Sus circunstancias.
Todos reaccionamos en forma diferente, de acuerdo con esas circunstancias.
Somos individuales y universales, singulares y plurales, uno y todos…
Hay que abrir la conciencia del momento.
Al silencio.
A los ojos de Dios en la mirada de un niño.
A los que conservan la fe y la magia.
Al orden en el caos.
A la montaña, la piedra y el árbol.
A la eternidad de un momento transitorio.
A los marginados, los locos, los sabios y los iluminados. / A la Navidad.
Vivimos momentos de agitación y de monotonía. Ambiciones y sueños.
alegría o tristeza,
confianza o miedo,
ira o control,
seguridad o incertidumbre,
debilidad o fuerza,
luz u oscuridad,
amor o desamor.
Así, tan compleja, es esta danza de la Navidad.
De buenos y malos,
blancos y negros,
ricos y pobres,
altos y bajos,
atractivos y feos,
gordos y flacos,
sabios e ignorantes,
viejos y jóvenes.
En este universo perfecto, hombres y mujeres, con propósitos desastrosos, unas veces, y excelentes otras.

