Por: Daniel Guerrero
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¿Guerra Civil?
Los acontecimientos que se han estado desarrollando en Ucrania desde la salida del entonces presidente Victor Yanukóvich podrían derivar en lo inmediato en el estallido de una guerra civil de consecuencias imprevisibles para la paz mundial y el desempeño de la economía internacional. Porque Ucrania vive un proceso de fuerte deterioro de sus actividades productivas, comerciales y financieras. Tras la Gran Recesión (2008-2009) que estremeció los cimientos de la economía mundial este país de Europa Central ha visto reducir su ritmo de crecimiento del producto interno bruto (PIB), afectándose así la calidad de vida de las grandes mayorías.
Durante el lapso 2010-2013 la economía ucraniana apenas logró acumular un crecimiento de 10,2 por ciento, cifra muy por debajo de su ritmo histórico de crecimiento, seguido de un astronómico endeudamiento externo que ya supera los 140 mil millones de dólares, cantidad que representa más del 80 por ciento del PBI.
Ahora bien, el escenario de la crisis política y economía de Ucrania no solo involucra a ese Estado, sino que compromete las actuaciones de importantes actores internacionales, tales como Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Para Rusia es un punto estratégico de primer orden, sobre todo ahora que ha incorporado a la península de Crimea a su soberanía territorial. Desde esa posición geográfica Moscú puede controlar más sus fronteras con el este de Europa y el oeste de Asia.
Rusia tiene instalada una estratégica base naval en Sebastopol, dentro de la península de Crimea, siendo de vital importancia geopolítica para la defensa de los intereses estratégicos de Moscú en el Mar Negro, al concentrar unas 25 mil tropas en la región y alrededor de 388 naves de guerra y unos 161 aviones en las bases aéreas de Kacha y Gvardeyskaya.
¿Y qué decir de las relaciones energéticas entre la Unión Europea y Rusia?. El 40 por ciento del gas que compra Europa proviene de los gaseoductos rusos, constituyendo alrededor del 25 por ciento del consumo global en el citado continente. Países como Bulgaria, Finlandia, Lituania, Eslovaquia y República Checa, entre otros, dependen el 100 por ciento del gas que suministra Rusia.
Alemania se sabe dependiente del gas ruso en más de un 28 por ciento y reconoce que no puede prescindir de la noche a la mañana de esta fuente de suministro energética, por más ofertas que le haga Estados Unidos de traer su gas natural líquido (GNL) desde su lejano territorio.
Por eso los alemanes mantienen los dedos cruzados para que no se desate el fuego destructor de una guerra civil en Ucrania. Así lo dice Frank-Walter Steinmeier, ministro de Relaciones Exteriores: “Europa debe seguir haciendo todo lo que esté en su mano para evitar que Ucrania se hunda en la anarquía y en la guerra civil”.
En el 2007 Estados unidos aprobó la ley sobre la diplomacia de la energía y la seguridad con el objetivo reducir la dependencia de Ucrania y Georgia de las importaciones de petróleo y gas de Rusia como parte de su agenda geopolítica en esa parte del globo terráqueo. Pero mientras Washington funge como el protagonista en el establecimiento de sanciones económicas y políticas contra Moscú, la UE se muestra más cauta en esa materia. Porque se sabe energéticamente dependiente y reconoce que el estallido de una guerra civil en Ucrania podría ocasionar una crisis en el suministro del gas ruso.

