Cotizando el oro
Los tambores de guerra que lamentablemente están sonando en zonas geopolíticas estratégicas del globo terráqueo, unido a señales inequívocas de desajustes financieros internacionales podrían disparar los precios del oro en los mercados internacionales y fortalecer su condición como moneda-refugio en tiempo de turbulencias económicas mundiales.
Un activo o moneda de refugio es aquel que en medio de un ambiente de turbulencias financieras que genera inseguridad transmite a sus propietarios la seguridad de que obtendrán ganancias y menor grado de riesgo en la preservación de su patrimonio.
Y el oro, por sus características, siempre ha sido considerado como una moneda global debido a su liquidez (que es la cualidad para ser convertido en dinero efectivo de forma inmediata sin pérdida significativa de su valor).
Históricamente el oro suele atraer a compradores en momentos de agitación económico-política, entrando en escena los especuladores financieros que suelen hacer acopio de sus reservas metálicas para retenerlas e inducir al alza en las cotizaciones del demandado metal amarillo.
El banquero judeoalemán Mayer Amschel Rothschild (1744-1812), fundador del imperio financiero Rothschild, había expresado: “Denme el control sobre la moneda de una nación, y no tendré que preocuparme por aquéllos que hacen las leyes”.
Duele decirlo, pero la historia de la economía mundial ha otorgado viso de realismo a la cruda expresión atribuida al Jacob Rothschild, Barón de Rothschild (1792-1868): “Cuando haya sangre en las calles, compra propiedades”.
A raíz de la Gran Recesión (2008-2009) los inversores percibieron que el mundo vivía tiempos difíciles que hacían recordar las catastróficas turbulencias financieras de la Gran Depresión que estalló en 1929. Entonces el nerviosismo extremo se hizo sentir y salieron a comprar, sobre todo cuando observaban que el dólar –divisa guía de la economía mundial- perdía valor.
Pero sorprende que agonizando ya el año 2015 y ante el sonar de los tambores de guerra y la incertidumbre ante una recuperación económica que todavía no logra consolidarse, continúe la tendencia hacia la baja en el precio del oro, sobre todo en tiempo de inestabilidad económica y serios conflictos político-militares. Es un fenómeno tan extraño como complejo.
Se pronostica que los precios del oro podrían situarse el próximo año 2016 en la franja de los 1, 170 y 1,200 dólares la onza troy debido a un fortalecimiento del dólar y la economía de Estados Unidos, pero esa caída en el precio del cotizado metal amarillo podría ser más profunda, pues la onza de oro cayó a los 1,066 dólares.
Entonces, ¿A qué se debe que los inversionistas y los especuladores del oro no muestran su nerviosismo en las bolsas de valores, a pesar de la incertidumbre de la economía internacional y el sombrío panorama político-militar que se cierne sobre el mundo? ¿Será que la lógica del comportamiento de los mercados de futuros y de las bolsas de valores está naufragando en la actual fase de la globalización financiera?