Ruta de inversión

La inversión es clave para analizar el crecimiento de una economía, porque aumenta su capacidad productiva, la ampliación del capital y la incorporación de nueva tecnología que hace más eficiente el proceso productivo.

La Inversión Extranjera Directa (IED) consiste en la inversión de capital por parte de una persona natural o de una persona jurídica (instituciones y empresas públicas, empresas privadas, etc.) en un país extranjero.

Cuando esos flujos de IDE penetran al territorio económico de un país determinado suele hacerlo mediante la construcción de toda una base infraestructural que da como resultado la creación de nuevas unidades productivas o a través de la asociación con una empresa preexistente dando origen al establecimiento de filiales o sucursales.
Los agentes más dinámicos de la economía mundial son las empresas transnacionales.

Aprovechando la existencia de importantes recursos naturales (pensemos, por ejemplo, la existencia del mineral de litio) unido a la existencia de buena dotación de recursos humanos, así como buenos soportes tecnológicos, la presencia de empresas transnacionales bajo la forma de IED puede contribuir al crecimiento de la economía.

Ahora bien, toda inversión en el área productiva implica la ejecución de proyectos tendientes a desarrollar o incrementar la producción de bienes o servicios que satisfagan a diversos sectores poblacionales de un país o del exterior, lo que a su vez requiere el empleo del recurso humano adicional de donde se efectúa esta nueva inyección de capital.

Los orígenes de las inversiones pueden ser tanto de la esfera pública como del sector privado, reconociéndose que ambos son de gran importancia para el desarrollo del país. Esas inversiones siempre pasan a engrosar el componente financiero de la economía interna.

Ha quedado un poco atrás el discurso excluyente de las empresas las transnacionales en materia de recepción de sus capitales, abriéndose paso un criterio pragmático y en vez de dar por hecho la inevitabilidad de conflictos se reconoce en buena parte la posibilidad de que exista una cooperación benéfica para ambas partes entre el país receptor y las compañías extranjeras.

La inversión extranjera directa “está sustituyendo en muchos casos los empréstitos bancarios y la ayuda oficial para el desarrollo, y aunque no sea cierto del todo que podrá sustituir esa función, la inversión puede seguir dando aportes considerables para el desarrollo, y contribuir al ajuste estructural que se requiere”.

Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), entre otros, dan cuenta de la caída de los flujos de inversiones en los últimos tres años, perdiendo terreno en los volúmenes históricos y alejándose de un valor históricos que podría situarse en los 1,5 billones de dólares.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ofrece estadísticas sobre el aumento de los flujos de inversiones en la región, alejándose de la tendencia hacia la baja que se observa dentro del contexto de la economía mundial.
Se reconoce que la IDE tiende a incrementar el componente tecnológico dentro del proceso productivo, a la vez que estimula la calificación de la mano de obra, pudiendo incidir favorablemente en los costos finales de producción.