Roma fue vencida, aplastada, consumida en su propia gloria.Otra Roma surgió edificada sobre sus propias ruinas. Y, no podía ser de otra manera, aunque muy a pesar, nadie puede asegurar que el antiguo y monumental incendio no vuelva a consumirla, porque eso es la vida y todo lo construido por el hombre, cae en lo mismo: “polvo eres y en polvo te convertirás”.
Así como “hasta la belleza cansa”, por igual cansa lo bueno y más rápido lo malo. Porque más allá de estos conceptos, se superpone una verdad indiscutible: la finitud de todo lo humano. Tanto es así, que muy sabido es que nada, ninguna dinastía, monarquía, tiranía o democracia pura, se ha podido eternizar en el tiempo. Todo tiene su final.
En base a estas elucubraciones, podríamos con facilidad cuestionarnos, el por qué las ultimas generaciones hemos delegado la responsabilidad de nuestro desarrollo y la seguridad del futuro de este país, en todos los sentidos, o como hemos diferido cobardemente nuestro compromiso con todos aquellos que han ofrendado lo mejor de ellos, en pos de un real país y mejor nación.Lo hemos dejado en manos de una casta política indolente, corrompida y prepotente ¿Cómo? ¿Qué nos ha pasado?
Los “lideres “que nos gastamos son un ideal; son todo lo contrario de lo que nos imaginamos deberían ser. Son extraviados en el mundo de lo moral, los peores pastores, son de aquellos que pactan con el lobo, aguijoneados por la ambición del poder sin límites, insaciables y acreedores a ciencia cierta, sobre su eternidad e impunidad. Que pecado habrá cometido este país para merecer que lacras de tal tamaño se disputen descaradamente sus riquezas. Que mal tan grande habremos cometido para estos negociantes, hacedores de leyes a su conveniencia, prosigan dividiendo el territorio dominicano para crear más puestos para su claque. Algo grande hicimos, porque esta pesadumbre parece no tener fin ni se avizora solución alguna.
Pero, ¿despertaremos algún día? Se, a ciencia cierta, que por muchos años permanecimos sin saber que éramos, sin tener un norte, solo un conglomerado de personas sin ideales, hasta que un 27 de febrero, un ahora simple trabucazo, pero que hoy ya sabido su alcance, fue toda una explosión física y mental, que gracias a un aguerrido militar con corazón de acero, llamado Mella y gracias a un pensador eterno llamado Duarte, lograron despertar este pueblo pendejo y dejarnos el legado de poder decir que tenemos país, que tenemos Patria, que tenemos nación.
La cuestión ahora es, cuando volveremos a despertar. Cuando se producirá ese estruendo que vuelva a espantar la oscuridad institucional, la pasividad y el arraigado pendejismo de este pueblo, ¿cuándo? Cuando será domesticada y sometida la claque política, corrupta, insaciable, engañosa y perniciosa que nos han hundido en este fangal institucional, moral y ético, ¿Cuándo?
Porque estos deslenguados y artificiosos artistas de las falsas poses y los engaños-su gran mayoría-, actúan solo pensando en lo mediato y todo aquello que signifique provecho personal pero, pensar en el futuro del pueblo, pensar en un mejor mañana para todos y, principalmente para las nuevas generaciones, eso no señor. Toda su existencia se limita a un suspiro en el interminable tiempo de la historia; algo así como un relámpago en medio de una gran tormenta.
Muchos creen que con esta generación de enganchados a la política, parece ser que estuviésemos padeciendo de manera interminable una etapa bochornosa, vergonzante e irresponsable ante nuestro destino como nación. Vivimos bajo el deleite de la crueldad, de la cual disfrutan estos irresponsables, estos artistas que han aprendido a revestir de luz y bello colorido la desgraciada situación de miseria y privilegios irritantes en que hoy “vivimos”, constituyendo lo mejor de esto, su falta de sentimiento para justificar su inmoral, prepotente y corrupto accionar. Así nomas. ¡Si señor!
Twitter:@rafaelpiloto01
Por: Rafael Ramirez Ferreiras

