Hace mucho que se superaron los tiempos del tránquenlo y después hablamos. También ha quedado atrás el estigma de que el preso no es gente. No por ello, sin embargo, la prisión deja de constituir un martirio.
Para colmo de males desde hace años la hoy muy regulada prisión preventiva ha agravado el drama de los presos. Se trata de una situación que envuelve a todo el sistema penitenciario.
En los casos preventivos los plazos suelen ser tan largos y los procesos tan tediosos que el tiempo de la prisión puede superar, y de seguro que existen pruebas, al de la condena definitiva.
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Los fiscales no saben más que pedir prisión, en lo que investigan, por cualquier tontería y los jueces, como si se rigieran por la ley del menor esfuerzo, complacerlos.
El hacinamiento, las deficiencias en alimentación y la mayor parte de los problemas de las cárceles están relacionados con el elevado número de presos preventivos.
La Oficina Nacional de Defensa Pública reconoció que en tanto ha bajado la cantidad de presos, el número de preventivos se ha incrementado. Es obvio que el Ministerio Público y la dirección de Prisiones tienen que dar otra lectura al drama de los presos preventivos.
