El 8 de septiembre de 1994, hace casi 20 años, salió publicado en el Listín Diario un artículo de mi autoría intitulado «La Falconbridge dejará sin vida a Loma Ortega». En él cuestionaba la falta de responsabilidad de esa minera con relación a la promesa documentada que presentó a la comunidad vegana y al país en el año 1988. En efecto, en un folleto denominado «Loma Ortega, realidades de un proyecto minero», difundido en ese mismo año, Falconbridge Dominicana, hoy denominada Falcondo Xstrata Nickel, especificaba lo siguiente:
«…Las áreas no utilizables serán reforestadas con una densidad máxima de 160 árboles por tarea. La capa vegetal se almacenará en un lugar conveniente y protegido. Inmediatamente se termine la extracción del mineral en un área, se procederá a rehabilitar dicha área. Durante los primeros dos años de explotación, se rehabilitarán 239 tareas. Durante los primeros tres años de explotación, por cada 100 tareas roturadas, la compañía reforestará 83. A partir del tercer año el área reforestada empezará a aumentar más rápidamente. La Falconbridge tendrá un promedio de 116 tareas reforestadas por cada 100 roturadas».
Es evidente que el tiempo fue el principal soporte para demostrar la falsedad de esa promesa. Basta con extender las miradas al sur de la ciudad, donde una vez se divisaban unas hermosas colinas tatuadas con la esbeltez y el verdor de una plantación masiva de pinus occidentalis y de otras especies, para darnos cuenta de que ha sido casi nula la proliferación de nuevos árboles en la zona de Loma Ortega que ha sido impactada por el desmantelamiento de la capa vegetal para fines de explotación. En cambio, Lo que sí ha sido abundante es la generación de torrenciales lluvias de dólares que han puesto obesas las cuentas bancarias de unos inversionistas extranjeros que compraron miles de tareas de tierra a precio de vaca muerta, para más tarde arrancar de sus entrañas las riquezas que sólo han aumentado la calidad de vida de una sociedad que habla un idioma diferente al nuestro.
Fue insuficiente aquel comunicado publicado en el Listín Diario el 7 de diciembre de 1988, denominado, «De La Vega al país, la preocupación vegana», donde firmaron representantes de 18 instituciones veganas, y que finalizaba apuntando lo siguiente: «No a una explotación minera irracional. No a la dilapidación de nuestros recursos naturales no renovables. Si a la preservación de nuestra flora. Si al desarrollo de un parque forestal».
El informe elaborado por técnicos del Departamento de Vida Silvestre la Secretaría de Estado de Agricultura, hoy Ministerio de Agricultura, denominado «Breve Evaluación del Impacto Ambiental de las Labores de Falconbridge en la provincia de La Vega», emitido en mayo de 1992, expresa en uno de sus párrafos, lo siguiente: «El desmonte causa varios cambios en el clima. La destrucción de la capa vegetal cambia las características de la radiación solar. El agua que ahora no está retenida se escurre rápido. Tales características aumentan la temperatura y disminuyen de igual manera la humedad. Eso puede resultar en una significativa disminución de la precipitación local. Los mismos efectos pueden también causar un cambio de la circulación del aire y de los vientos locales que, según informaciones de los moradores veganos, predomina del sureste».
Vale recordar, que mientras me desempeñaba como presidente de la Regional Norcentral del Codia en 1982, esta institución, la cual es asesora por ley del Estado, sometió una instancia ante la Honorable Sala Capitular del Ayuntamiento vegano para que se formara una Comisión de Notables a fin de que fiscalizara las acciones de Falconbridge en Loma Ortega. Sucedió que el día que los distinguidos regidores emitieron la resolución correspondiente, ni siquiera fuimos invitados. Y tan notorias fueron las acciones de esos notables, como las gotas de aguas que caen en el mar. Todo terminó con el abrazo entre el papel y la tinta de aquella resolución.
Los veganos debemos admitir, con pesar y sin empacho, que fuimos muy pusilánimes con relación a la actitud que debimos asumir con la explotación de Loma Ortega. Más que un simple mea culpa, se impone que pidamos un sincero perdón ante la actual generación y las venideras por no haber defendido con gallardía la calidad de nuestro medio ambiente. Más adelante, nuestros descendientes sabrán preguntar: Y cuál fue el beneficio que obtuvo La Vega? Y quién autorizó a nuestros antecesores a ser tan complacientes cediéndoles nuestros recursos no renovables a una empresa extranjera? Y tenían ellos derecho a permitir la alteración de un medio ambiente que no era de su exclusiva propiedad ?
Qué lástima que nos resultara más cómoda la callada quietud ensombrecida por el donativo de algunas migajas!.
Para ilustración de algunos, quiero precisar que no es cierto que las minas se explotan en todas partes del mundo. No muy distante de nuestro país, a unos 400 km aproximadamente, está El Bosque del Pueblo, un área de la Cordillera Central de Puerto Rico protegida por ley, y que hoy es un destino turístico. El subsuelo de esta zona tiene una alta concentración de cobre y oro. Sin embargo, los pueblos de Adjuntas y Utuado le tumbaron el pulso a una minera del sector oficial que ya había comenzado a agredir el medio ambiente. Sus acciones fueron detenidas en virtud de que se entendía que se iban a producir severos daños ecológicos y permanentes en la zona.
El Bosque del Pueblo es el producto de una intensa lucha cívica que se inició en 1980 y terminó en 1995, momento en que finalmente el gobierno tuvo que dejar sin efecto el proyecto de explotación.
El Bosque del Pueblo es un vivo precedente que debe fortalecer el espíritu de lucha del pueblo de La Vega y del país en su demanda para que Loma Miranda sea declarada Parque Nacional y que continúe siendo, de manera perenne, un refugio de la vida salvaje, un canto a la naturaleza, y que además sea convertido en una atracción ecoturística para los dominicanos y ciudadanos de otras latitudes que nos visitan. Si tenemos un cuarto de siglo perdiendo la batalla en Loma Ortega, no permitamos que Falcondo Xstrata Nickel invada también a Loma Miranda con sus armas de destrucción masiva.
Por: Ing. Samuel De Moya G.