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Orlando Gomez

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El domingo en Rancho Manuel, Puerto Plata docenas de personas fueron expulsadas de sus casas y estas a su vez incendiadas por una turba movida por odio, racismo y xenofobia.

El Estado dominicano debe tomar el toro por los cuernos y hacerle frente a la campaña de odio constante en contra de los inmigrantes de Haití que ha sembrado las actitudes que llevaron a lo ocurrido en Puerto Plata, y por su lado iniciar una campaña de humanización de los inmigrantes en nuestro país.

Día tras día los dominicanos somos bombardeados por redes sociales, medios tradicionales e incluso por nuestras propias instituciones con discursos que promueven el odio y la sospecha frente a los inmigrantes de Haití.

En la República Dominicana desde pequeños somos condicionados a temer y guardarle rencor a los haitianos, y esto es reforzado en el día a día en las cosas pequeñas, como comentarios de pasada en la calle o entre allegados, y en cosas no tan pequeñas, como las insistentes acusaciones que se hacen a diario contra toda esa comunidad en todos los medios del país.

Es penoso, pero la realidad es que en nuestro país se habla de “haitianos” como un abstracto deshumanizante. Se dice de expulsarlos de sus hogares, deportarlos sumariamente, agredirles o hasta matarlos como si no estuviéramos hablando de seres humanos. Miles de personas que huyen de su país natal en búsqueda de mejores oportunidades, como no morir de hambre o proveer para sus familias, viven bajo la constante acusación de ser una horda invasora sin rostro, sin nombre, sin humanidad.

El Estado dominicano debe iniciar una campaña de humanización de esos migrantes, usar la fuerza de su billetera en publicidad, educación y concientización para que los dominicanos empecemos a ver su humanidad y a escuchar sus voces.

El Estado no puede seguir siendo un ente reactivo o, peor, pasivo frente al bombardeo constante de las campañas de comunicación que buscan deshumanizar a los haitianos, porque esto tarde o temprano desembocará en violencia e inestabilidad que, dependiendo de las circunstancias, podrían llegar a paralizar al país y su economía.

No llamo a la censura, aún no estamos en el escenario de Radio des Milles Collines que pudiera ameritarlo, pero sí a contrarrestar agresivamente la narrativa que recibe a diario el país sobre los haitianos. Los dominicanos necesitamos conocer a los haitianos por su humanidad, sus historias de vida, las dificultades que les traen hasta aquí, sus logros y los enormes aportes que hacen para nuestro país.

Humanizar a los migrantes de Haití va a implicar un esfuerzo de años y debe ser asumido como una política de Estado, no sólo porque es lo correcto para que los derechos y la integridad de esos inmigrantes sean respetados, sino para preservar la estabilidad social en nuestro país y evitarnos hechos deleznables que pongan entredicha a nuestra reputación ante la comunidad internacional y que por causa y efecto termine impactando a nuestra economía.