A raíz de un artículo publicado recientemente en este diario, firmado por el periodista José Antonio Torres, titulado “Ser Intelectual”, recordamos un trabajo del escritor dominicano, Carlos Enrique Cabrera, quien se preguntaba ¿Qué es un intelectual?, publicado en la revista “Salomé” órgano de difusión de la secretaría de Cultura, bajo la gestión del Premio Nacional de Literatura, Tony Raful, durante el gobierno de Hipólito Mejía.
En el introito del artículo, Cabrera expresaba que la primera definición de un intelectual sería el de una persona que no trabaja, que se gana el sustento con la actividad física y de sus manos tras señalar que ese criterio es demasiado amplio y genérico y abarcaría, por ejemplo, a los cantantes, bailarines, contadores de chistes, los cósmicos de la lengua y los payasos de circo.
La mejor definición, a su juicio, debe ser más restrictiva y más selectiva, “diremos pues, que es intelectual todo individuo que trabaja con el intelecto y que tiene por actividad u oficio el manejo de ideas y de conceptos. “Así, dejamos fuera a los artistas en general: músicos, cantantes o instrumentistas, artistas plásticos, pintores, escultores, cine, teatro, danza, ballet, pero también excluimos de ella a los literatos”.
“Pero un literato-novelista, cuentista, dramaturgo, poeta- no siempre es un intelectual. Ejemplo de escritor que no es intelectual lo tenemos en Gabriel García Márquez. Las obras del gran narrador colombiano están montadas más en base a la imaginación, la intuición, las emociones, y sensaciones sensuales. Pero hay novelas de intelectuales como las de Huxley o la de George Orwel, en Inglaterra o las de Pedro López de Ayala, en España”, destacaba García.
El artículo que le damos cabida en este espacio fue escrito en el año 2002, y encontró mucho respaldo de connotados intelectuales dominicanos.
Idénticamente, tampoco es un intelectual, el poeta. La poesía no se hace desde la cabeza, sino más bien desde el corazón y con la música del alma siendo más sensibilidad y sentimiento que razón y reflexión cerebral y lúcida. Por el contrario, sí es un intelectual per se y estrictu sensu, el ensayista, en cuanto éste es de forma preferente, un hábil manipulador de ideas y conceptos. El modo de expresión natural del intelectual es precisamente el ensayo”, destacó.