Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Crisis del poder judicial –

Con motivo de una entrega reciente de esta columna, que se publicó con el título de “Crisis en la Justicia”, el doctor José Marte Piantini, uno de nuestros abogados y comunicadores más comprometidos con la denuncia y condena de lo que social y políticamente no debe ser, y desde su programa televisivo “Atención País”, nos conminó amablemente a que digamos cómo se pueden resolver los problemas del Poder Judicial.

Esa solicitud fue corroborada por una gran cantidad de nuestros lectores.

Siempre hemos creído que quien se atreve a escribir asume un compromiso insoslayable con sus lectores. Nadie que tenga conciencia del ejercicio del criterio y de la palabra escrita ignora que se escribe siempre por y para alguien, aunque sea un destinatario difuso. Y a él se debe en sus planteamientos. Por tanto, obedezco a la referida solicitud.

Evidentemente, la crisis en la justicia es necesariamente una deficiencia del órgano que la aplica. Y de los que la dirigen. Cuando la administración de justicia entra en franco deterioro, el Poder Judicial se reciente y se debilita. En este caso, el continente sufre lo que padece su contenido. No puede ser de otra forma.

Los males de nuestra justicia expresan el estado de la sociedad dominicana y la crisis del Poder Judicial. Pero no es nueva. No es culpa exclusiva de esta administración, encabezada por el magistrado Mariano Germán Mejía, como presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial. Ni de la pasada, en la cual el doctor Jorge A. Subero Isa ocupó las mismas posiciones. Se remonta mucho más atrás.

Los apuros del actual Poder Judicial son la manifestación en la justicia de la crisis del sistema social, económico, político, institucional y jurídico en que vivimos. Sobre todo porque sufrimos un Estado que ha sido mortalmente infestado por las viciosas prácticas del clientelismo, el patrimonialismo y la corrupción; el grupismo, el oportunismo y el amiguismo; el arribismo, el transfuguismo y la desvergüenza.

Ningún cuerpo social ni institucional puede funcionar bien con esas lacras. Si las autoridades del Poder Judicial desean superar el bache en que estamos, tienen necesariamente que extirpar esos males de la administración de justicia. Y lo logran con el cumplimiento de las normas establecidas; con que los ascensos respondan a los méritos en la Carrera Judicial, y no a causas inconfesables; que se respete el estatuto de los jueces; que no se castigue ni el mérito ni el talento ni la responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones éticas, morales y legales; que aprendamos que, como jueces, somos meros servidores públicos, y no semi dioses frente a los simples mortales que llamamos justiciables.

Aunque el mal es sistémico, si esto se hace, y no es difícil lograrlo, podremos superar la crisis que afecta la buena imagen del Poder Judicial. De lo contrario, lamentablemente seguirá el entierro.

El Nacional

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