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Quintaesencia: El Armagedón

Quintaesencia: El Armagedón

Rafael Leonidas Ciprián

La palabra Armagedón es rica en significados e interpretaciones. Tiene una importancia religiosa de primer orden. Todas las denominadas iglesias o congregaciones occidentales le atribuyen connotaciones que permiten detectar contradicciones, imprecisiones y mitos terroríficos. Ese término o concepto hoy tiene más simbolismo mundial que nunca. Es trágico.

 Conforme a una expresión hebrea, el Armagedón es un monte que fue denominado como Megido. Lo ubican al suroeste del Valle de Jezreel, en una región conocida como “Creciente fértil”. Muchos son los que lo sitúan al noroeste del mar Muerto. Así lo consideran las principales congregaciones o  iglesias, como la pentecostal, la metodista, la presbiteriana, la bautista, la mononista, entre otras.

 Para la Iglesia Adventista del Séptimo Día lo dicho en el párrafo anterior no es cierto. Lo primero que consideran es que el llamado monte Megido no es un monte, sino un valle. Y que Armagedón no es un lugar memorable o sitio histórico, sino el episodio del final de la persecución del pueblo de Dios.

 Además, el Armagedón es el tiempo de la gran tribulación, conforme a la apreciación eclesiástica de lo que anunció el galileo Jesús, el Nazareno, el hijo de María y José. Esto lo recoge el libro bíblico de Mateo, en sus capítulos 24 y 25.

 Pero el profeta y apóstol Juan, en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, en su capítulo 19, versículos 11 y 12, nos presenta la escena dantesca, horrorosa del fin del mundo. Esto sucederá cuando Satanás, como príncipe del infierno, apoyado por las naciones que ha seducido para que lo apoyen, desate la guerra más mortífera contra el Hijo de Dios, el que supo hacerse hombre para la salvación de la Humanidad, que conforma su coalición con el ejército celestial.

 Tranquilos, que no domine el pánico todavía. Jesucristo le gana la batalla al anticristo, al falso Profeta. Luego lo encadena y lo arroja a la más profunda sima, el abismo insondable. Con esto comienza el reinado de los mil años de los justos. Todo conforme a Isaías, capítulo 65, versículos del 17 al 25 y Miqueas 4:6-8 y el Apocalipsis 16:17-20.  

 Así las cosas, el presidente de Estados Unidos de América, Joe Biden, no está muy perdido al afirmar que estamos al borde de un Armagedón. Más con el perfil sicológico que se tiene de Vladimir Putin y su declaración sobre el posible uso de su armamento nuclear, si fuera necesario para defender la Federación Rusa.

 Ciertamente, Putin es un gobernante con altas dosis de guerrero. Pretender humillarlo es un desatino y buscar la ruina o acorralar militarmente a la Federación Rusa es una locura. Y esas pretensiones las tiene la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

 Prudencia, por favor. El Armagedón nos acecha.