Opinión

Rescatando al 911

Rescatando al 911

POR: Orlando Gómez Torres

Orlando.gomez@gmail.com

 

El 5 de enero del 2011 escribí una nota de opinión titulada “Rescaten al 911” alertando de las consecuencias que veníamos padeciendo de carecer de un servicio funcional de ese tipo, y los beneficios que aportaría su correcto funcionamiento. Anunciado para finales de este mes, el país está a punto de estrenar un nuevo servicio 911 que ha sido mercadeado como mucho más eficiente. Es digno de aplaudir el esfuerzo detrás de hacer de esto una realidad, pero es importante tener presente que la funcionalidad del número es apenas una parte de todo el proceso para la credibilidad de todo este sistema.

La primera ventaja que debería proveer el servicio a los ciudadanos es tener un solo número nacional para emergencias de cualquier tipo, contrario a la lista de números de nueve dígitos que incluyen individualmente a la Policía, el Departamento de Bomberos, las ambulancias, la defensa civil, etc., números que, dicho sea de paso, cambian dependiendo de las provincias o municipios.

De lograrse un tiempo adecuado de respuesta a las llamadas, las muertes violentas y en accidentes de tráfico podrían reducirse significativamente. Si bien luce imposible determinar ahora mismo cuántas vidas se habrían salvado en la República Dominicana de haberse dado un trato adecuado a las personas heridas en accidentes o violencia, claramente la alternativa que hasta ahora ha sido la parte de atrás de un taxi, camión o camioneta no parece la más apropiada.
Pero sin dudas es el Estado el que finalmente resulta más beneficiado con la implementación de un 911 funcional.

La base de datos de emergencias debería probar ser de mucha utilidad para identificar con mayor precisión los lugares de mayor vulnerabilidad en el país, y poder actuar de forma más eficiente ante cualquier cambio de tendencia. Desde conocer las áreas susceptibles a problemas de salubridad, detectar focos de criminalidad, zonas vulnerables a incendios urbanos, hasta una mejor planificación para situaciones extraordinarias como los largos asuetos o de fuerza mayor como terremotos y huracanes, el 911 podría servir para el uso más eficiente de los recursos estatales.

De progresar correctamente, en el tema específico de la criminalidad, el cual luce ser el más sensible en la actualidad, el 911 podría ser el primer paso en descontinuar la costosa e improductiva práctica de inundar las calles con militares para dar la apariencia de mayor seguridad la cual una y otra vez ha mostrado ser inútil. El conocimiento cierto de cuáles crímenes ocurren, dónde, a qué hora y en qué circunstancias sin tener que depender de los reportes hechos a mano y mal redactados en los destacamentos, les permitirá hacer un control preventivo más eficiente.

Sin embargo, algo debe quedar claro tanto para el Estado como para los que promueven la instalación del nuevo servicio, y es que este será efectivo solo en la medida que los ciudadanos le otorguen credibilidad a su funcionamiento. Si los tiempos de atención a emergencias son excesivos, si la calidad o la forma en que estos se ejecutan son pobres o si caemos en el escenario anterior donde nadie tomaba las llamadas de emergencia o pretendía redirigirlas para ser atendidas por otros departamentos (se llaman emergencias por algo) de nada va a servir toda la fanfarria y la inversión hecha. El primer trabajo para el 911 que nos estaremos estrenando, será ganarse su propia credibilidad, y ese será el paso más difícil.

El Nacional

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