Las autoridades están compelidas a esclarecer cuanto antes los asesinatos del haitiano Jean Claude Harry, y del viceministro de Energía y Minas, Victoriano Santos Hilario, porque alrededor de esos crímenes se tejen gruesos rumores y temores que afectan el buen nombre del gentilicio dominicano y su sosiego político.
El cadáver de Harry fue encontrado amordazado y colgado a un árbol en el parque Ercilia Pepín, de Santiago, y Santos Hilario fue ultimado a balazos por tres encapuchados que penetraron a su residencia, en Cotuí, donde también hirieron a un hijo suyo.
Sin aguardar los resultados de las investigaciones, el homicidio del joven haitiano ha sido malsanamente usado para retomar la campaña de descrédito contra República Dominicana, a cuyo gobierno y población se acusa de promover racismo y homofobia.
En torno al asesinado de Santos Hilario, dirigente del Partido de la Liberación (PLD), el jefe de la Policía, Manuel Castro Castillo, adelantó que se trata de un homicidio con factura de sicariato, por lo que sería prudente determinar quiénes y por cuáles razones ordenaron su ejecución.
No resulta fácil poder desligar del sambenito del odio racial el asesinato del joven haitiano, cuyos matadores amordazan y cuelgan su cuerpo en un árbol de un parque público, pero las indagaciones conducen a que los autores materiales de ese crimen han sido compatriotas suyos.
Aun así, ese caso fue tomado como motivo en Haití para la realización de una marcha de protesta contra República Dominicana que concluyó con el ataque a pedradas del Consulado General dominicano en Puerto Príncipe y la quema de la bandera nacional.
A la población no se le debería dar la mala nueva de que el sicariato también incluye el asesinato de funcionarios públicos, no sin identificar a los autores materiales y a quienes ordenaron el homicidio, porque de lo contrario, las autoridades admitirían que el deterioro de la seguridad pública ha hecho metástasis a todos los niveles.
Es por eso que se reclama que se agilicen las investigaciones para esclarecer los casos mencionados que consternan, preocupan y atemorizan a una sociedad que resiste someterse a los designios del sicariato, ni de que la tilden de racista y xenófoba.