Opinión

¿Santiago es Santiago?

¿Santiago es Santiago?

Si hay un pueblo orgulloso de sus tradiciones es Santiago.

 

Hace poco leía un libro sobre Hostos y su tránsito por el país, donde este narra la bienvenida que le dieron en Santiago y como la juventud se apersonó a verle para solicitarle que se quedara en la ciudad. En sus conferencias estaba el pensamiento santiaguero, la sociedad Amantes de la Luz y desde luego el Ateneo, profesores, poetas, compositores y patriotas. Esa tradición dio origen al dicho de “Santiago es Santiago”.

La ciudad en que crecí era pequeña y se iba caminando a todas partes. Ahora no se abarca desde el Monumento, por la migración interna que ha acelerado el surgimiento de urbanizaciones y barriadas sin fin. La ciudad esta invadida, pero de gente de toda la región del Cibao y de trabajadores buscando vida en una provincia donde el auge económico es evidente.

Creo que en ese proceso de masificación no ha ido acompañado de un crecimiento de actividades culturales, aunque el Centro León hace lo que puede y ello le cuesta a la ciudad su reputación y su naturaleza como la más gentil provincia del país.

El asesinato de un joven limpiabotas haitiano, a quien colgaron como en los peores tiempos del racismo en Missisippi y Alabama, es la culminación de una serie de actos demagógicos incendiarios de mal llamadas nacionalistas. Unos días antes habían quemado la bandera de Haití en Los Ciruelitos, por un supuesto vídeo en la Red; y antes vimos con horror como un viceministro de Educación, que además se dice Bochista y a quien apodan “busca cámara”, líderó una marcha para, como en los inicios del fascismo en Alemania, quemar los libros de Vargas Llosa.

El atizamiento de los bajos sentimientos, en las poblaciones más pobres, más incultas y sin educación; o en fanáticos de supuestos grupúsculos de izquierda cuyo historial es haber denunciado y asesinado a verdaderos revolucionarios, generalmente termina en linchamientos sino físicos también morales. Tulile es la primera víctima pública de esta irresponsable ofensiva y que lo hayan linchado en el parque de una real nacionalista, ErciliaPepín, es una doble ofensa, a su memoria y a la verdadera tradición del nacionalismo en Santiago y en el país.

Los incendiarios del verbo tienen unmuerto a cuestas, pero tienen sobre todo la responsabilidad de haber colocado a Santiago en el mapa mundial de la infamia. Ya en varios países se han organizado marchas de inmigrantes dominicanos para denunciar que ellos, víctimas del racismo, no concuerdan con estas colectivas barbaridades. Del jefe de la policía depende que este crimen no quede impune y que se limpie nuestra imagen nacional y provincial.

El Nacional

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