La densidad lírica en que se desenvuelve el poeta Plinio Chahín en este nuevo libro, en el que prevalece la prosa poética como vínculo provocador, es una aventura del ser en el ente erótico, de enlaces en la palabra poética, en su manera de entender el mundo.
De ahí el miedo que puede ocasionar, que podría ser el de no comprender, en su totalidad, ni el texto ni la experiencia que nos plantea: el amor como destrucción. Lo que nos lleva a preguntarnos si toda la poesía del autor es así de densa, y si está de regada y sacudida en sus otros poemarios como una condena.
De ahí que, dentro de las temáticas, constantes y agresivas, de la poesía del autor, figura una en un verso incluido en este libro: “Milagro, soy tú única idea” (pág. 65), que define el milagro, el erotismo encarnado en una mitología personal: la amada, anclada en lo universal.
En el libro figuran versos luminosos en poemas claroscuros, y viceversa. Eso me parece.
Otro verso que pertenece a un poema esclarecedor como ola de un sunami: “Lo sereno alza la voz de su deseo contra el mundo” (pág. 42). Llega la pregunta: ¿Cuál deseo? ¿El de amar al cuerpo hasta su autodestrucción?
No está mal y hasta me pondría en la fila como turba para acompañarlo; por supuesto, no en quien descansa ¿el canto? (la amada) este deseo sino en el deseo de juego a incendiar la vida en la pasión.
Deseo casi sueño en la realidad compartida en poesía. ¿Enferma? Quizás y a la vez revestido de un erotismo precoz y presente desde su primer libro, por ser y tener (el autor) la capacidad de renovarse en la simbología que le es afín en su canto denso, cargado y enrevesado de mitos, en economía doméstica.
Si parece irreal (diría yo: real) es coincidencia. Editora Búho, 2024), nos arroja que sí, todo es real menos el lenguaje ni la lengua en que está escrita esta prosa.
Otra cosa, el libro no nos dice que es, si es poesía o prosa poética. El autor deja que sea el lector quien lo defina en la luz de reservado, de leer cada poema con el cuidado con que se carga cristalería.
¿Cómo se alude al erotismo en la poesía de Plinio? ¿En total abolición de cualquier referencia romántica? Es posible.
Donde todo es cuerpo del deseo, el romanticismo, entendiéndolo a la manera clásica del movimiento, es nulo. Tal ocurre en estos poemas, aunque prevalezca el yo; el mismo trata al deseo de manera desparpajada y subversiva.
Esta total anulación del yo romántico coloca al texto en otra línea de contrataque. Quien conoce el poetizar del autor sabe a lo que se está aludiendo en este texto.
Versos con aire surrealista: “Luciérnagas minúsculas desatan sus cabellos, se precipitan por la noche encendiéndose en el deseo” (pág. 68). Se podrían citar otros versos de este aire subversivo con deudas vanguardistas.
Este significativo libro, coherente en la poética del autor, está atravesado por la autodestrucción: “Si parece irreal es coincidencia” y vaya coincidencia la de un poetizar lúcido dentro de sus nudos expresivos y así llevar al lector, poema tras poema, (Caronte en yola), bajo el apremio que el objeto del deseo aborde, flamígera todavía, sin olvido del amante.
“Si parece irreal es coincidencia”, admitámoslo, es real dentro de los imaginarios poéticos del lector y del autor, aunque la libido que despierta esté aplastada por deseos lúcidos, en ascenso, en cada poema hermoso y provocador por autodestructivo en la esencia del ser del autor.
Amable Mejía
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