Opinión

Sin futuro

Sin futuro

El PRD -este, ahora en los bolsillos de Miguel gracias a Leone1- no tiene futuro. El político eche a un lado sus principios para irse o volver al otrora bastión del pueblo limita y sustituye su proyecto por urgencias presentes que terminan con su vida política. Por eso todo el mundo se pregunta qué hacen ahí dirigentes con un futuro promisorio, como Guido Gómez, Fausto Liz y Andrés Lugo -amigos queridos y entrañables-, para citar solo algunos casos.

Sujeta a la fortuna de sus dirigentes, el PRD ha devenido en una agrupación decadente, que se encamina a la extinción. Que comenzó a cavar su tumba sacando a Hipó1ito Mejía, Orlando Jorge, Geanilda Vásquez y todos lo que discreparon con la nueva tiranía de su presidente por el Tribunal Superior Electoral. Símbolos que, durante más de medio siglo, dieron refugio a las grandes mayorías e inspiraron las luchas y hazañas de grandes hombres, como Peña Gómez. No tiene sentido tratar de recuperarlos en un escenario completamente adverso, sin espacio para el debate, en un orden legal disfuncional. Donde no se puede, no se puede.

No es la primera vez que fuerzas aun aprovechables han tenido que desplazarse ante el inevitable descalabro en las que crecieron y emergieron como dirigentes políticos. Surge, entonces, una dramática realidad que les da en cara. Es penoso ver tirados por la borda los sueños blancos de Peña, enarbolados con valentía por jóvenes valiosos y mujeres, tenaces como Milagros e Ivelisse. Burladas así las enseñanzas y las grandes propuestas abrazadas por las masas como fuentes de sus reivindicaciones.

De ahí que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) sea el espacio donde se agrupan estas fuerzas, renovadas y robustecidas por miles de jóvenes, inconformes con el presente, con fe en el futuro de la nación. Quienes apuestan solo a un cargo partidista revelan su falta de visión y ambiciones personales ajenas a propuestas con futuro, donde las aspiraciones de un pueblo están y deben estar por encima de los intereses particulares.

Los compromisos de un partido y un dirigente que se respete y respete a sus miembros y al país nunca deben estar asociados, únicamente, a los de sus dirigentes. Por eso, los que se van se quedan solos, en un aislamiento patético. Este parece ser el mal que afecta al PRD, cuyas amenazas, a decir verdad, han ido creciendo en la medida en que se aparta de los propósitos y principios que le dieron origen.

El Nacional

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