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Súmmum: el mural

Súmmum: el mural

Efraim Castillo

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La escuela muralística de Colson -que hubiese podido convertirse en el relevo de Vela Zanetti- se diluyó por una errada política cultural; pero, afortunadamente, en ese interregno el espíritu del mural sobrevivió gracias a la labor de Silvano Lora, cuyos murales, realizados entre los años setenta y noventa en varios espacios públicos del país, vincularon al sujeto dominicano con la experiencia estética.

Lora impregnó en sus murales mensajes donde prevalecía la convivencia social mediante metáforas visuales de fácil lectura. Es en esos años (1980-2000) cuando Ramón Oviedo comienza su monumental producción de murales, tras la experiencia del 24 de abril y Caonabo (1965-1969), que culmina con Súmmum (2004), en FUNGLODE.

En ese periodo, Oviedo realiza (por pedido del crítico cubano José Gómez Sicre, curador del museo de la OEA, en Washington) el mural Mamamérica (1982), y continúa con Evolución (1987), en el pent-house del Banco Central; con Historia del hombre, en el Museo de historia; con Sinfonía Tropical (1987), adquirido por el Banco Hipotecario Dominicano para su salón de actos; con Eterna lucha (1987), comprado por el coleccionista Isaac Lif; con Tierra adentro (1988), ordenado por una institución privada dominicana; con Cultura petrificada (1991), un obsequio del país a la UNESCO; con Raíces (1995), en uno de los paños exteriores del edificio de ingeniería de la UASD; con Paisaje parietal, inaugurado en 1995 en el aeropuerto internacional de Puerto Plata; con Turbulencia milenaria, ordenado en 1998 por el gobierno del doctor Leonel Fernández.


En el año 2001, por encargo de la Secretaría de Estado de las FFAA, Oviedo realiza el mural Nacimiento de la Patria, y ese mismo año obsequia a la embajada venezolana acreditada en el país, el mural Bolívar es América. En el 2005, realiza el mural Justicia, en la Sala Augusta del edificio de la Suprema Corte de Justicia. Luego, prosigue su incansable labor muralística con El nacimiento de la Constitución (2007), en la sede del Congreso Nacional.

Sin embargo, el mural Súmmum representa la síntesis esbozada por Pierre Bourdieu donde «se unen la teoría y la práctica»[12] para convertir la utopía en una historia posible, totalizadora y unificadora de todos los espacios. Oviedo aborda en Súmmum un compendio de lo que nuestra nación ha sido desde que fue isla única, articulando la noción de lo real y lo que se trasciende hacia esa otra noción enunciada por Baudrillard «como lo imaginario»[13].

En Súmmum, Oviedo vertebra un país que despega desde un preciso inventario de bienes, un espacio vertebrado a lo aborigen, a lo buscado por los conquistadores, esa frontera que presiona las apetencias de riquezas y fuerza los límites donde todo es posible.

Por eso, la figuración de Súmmum no puede leerse de izquierda a derecha, sino a manera de un tríptico cuyos paneles están ordenados a partir de una mano que sostiene un libro (podría ser una Biblia, un ejemplar de «Das Kapital», o el Manifiesto de 1848 para los que aguardan por un milagro social).