Lo único que nos llega con seguridad es la muerte”.
Gabriel García
Márquez
Cuando recibí la noticia no pude creerlo. Debieron pasar algunos minutos, realizar algunas llamadas con la esperanza de que me dijeran que no era cierto. Pero no fue así. Leo López, un buen ser humano, falleció el sábado a las 6 de la mañana.
Sabía de su delicado estado de salud, pero siempre mantuve la fe en que podría ganarle esa partida a la muerte, pues le gustaba jugar baloncesto y ganó muchos encuentros faltando segundos para terminar el partido.
Se requiere de mucho valor para soportar la pérdida de un amigo, aunque estoy convencido de que en estos momentos está en el cielo.
El tocayo Leo era bueno y trabajador. Tenía muchos planes y era un enamorado del deporte.
Ayudó a muchas personas que hoy no se cansan de llorar su partida.
Cosechó muchas amistades por su forma de ser y por eso desde su fallecimiento hemos podido ver un vendaval de mensajes lamentando su partida y expresando solidaridad a sus familiares.
Jugaba en diferentes ligas añejas de baloncesto en el club Mauricio Báez
y siempre conversábamos algunos minutos.
Siempre estuvo acompañando a David Ortiz, junto a Nelva Peláez, en la fundación que lleva el nombre de la exsuperestrella de los Medias Rojas de Boston.
La Fundación David Ortiz ha contribuido a salvar muchos niños que han sido operados del corazón abierto, con David como mentor y Leo no vaciló en apoyar esta noble causa.
Con David, más que una relación de trabajo, sostuvo una estrecha amistad.
Así lo expresó David en su cuenta de twitter:
“En la vida hay gente que cruzan en tu camino para bien o para mal, pero tú viejito, fuiste como un padre travieso para mí porque, encima de que tenía que estarme matando contigo por tus hábitos de comer, fuiste una pieza clave en mi éxito, en mi carrera y en mi vida. Me cuidaste que mejor de ahí se dañaba. Y hoy tengo un dolor en el alma al ver tu partida y lo más difícil, sin poder ir a darte el último adiós”.
El ex toletero de los Medias Rojas también dijo que “la tierra necesita más hombres como tú”, y resaltó su disposición de ayudar siempre a los demás.
Decenas de amigos de Leo López, e instituciones con las que él trabajó de cerca o simplemente cooperó, me han escrito expresando su pesar.
La familia
Leo López era “loco” con sus hijas. Vivía orgulloso de ellas y gritaba a todo pulmón cada uno de sus logros.
A ellas, así como a sus demás familiares, quiero expresarles mis más sentidas condolencias y servir de vocero de cada uno de los miembros de la redacción deportiva de El Nacional, con quienes Leo sostuvo siempre una gran relación de amistad.
Al tocayo quisiera decirle tantas cosas, desearle tantos parabienes en su viaje hacia el cielo, que sólo atino a esbozar esta frase: “Ve en paz hermano, camina hacia la luz por el sendero de bien que construiste con cada una de tus buenas acciones aquí en la tierra”.
Hasta mañana, si Dios quiere, dominicanos.

