Por: Pedro P. Yermenos Forastieri
pyermenos@yermenos-sanchezom
Cuántas cosas continúan ocurriendo en nuestro país que, por los antecedentes que hemos padecido, no debieran repetirse. Como se sabe, múltiples instituciones de intermediación financiera han quebrado, la gran mayoría de ellas por razones fraudulentas sin que se hayan producido las consecuencias esperadas, provocándoles a miles de inversionistas la pérdida de sus recursos, y no pagando sus responsables las penas correspondientes.
En todos esos casos, en torno a cada situación se han presentado elementos comunes: Por un lado, al público se le ha ofrecido altísimas tasas de intereses, por encima de las que priman en el mercado y, por otro lado, las autoridades encargadas de regular y supervisar el sistema no han asumido ni antes, ni durante, ni después del estallido del problema, el papel que de ellas habría que esperar.
Eso pone de manifiesto dos aspectos que, de no complementarse, es natural que contribuyan al agravamiento del mal. Ante el atractivo fatal que constituyen las ofertas de altos intereses y una población poco educada en esta materia, se necesita, con carácter imprescindible, la existencia de autoridades que orienten a la ciudadanía y le hagan ver el riesgo en el cual están incurriendo. Es evidente que ambas aristas han fallado.
El más reciente escándalo es el relativo al negocio Telexfree, típica pirámide financiera capaz de subsistir en sus inicios, beneficiando mucho a quienes invirtieron en esa etapa de su desarrollo, pero que se desploma cuando el tiempo transcurre, dejando enganchados a los que permanecieron en la trampa. Lo más lamentable es que todo indica que la historia vuelve a repetirse y que los que apuestan a estos artificios no han aprendido las lecciones, ni las autoridades hicieron ni están haciendo lo que les corresponde. El mismo círculo vicioso de siempre. Incautos atrapados, estafadores impunes y autoridades irresponsables.
Cómo podrían las autoridades vinculadas a temas de esta naturaleza alegar ignorancia cuando Telexfree era un secreto a voces que casi se convierte en un fenómeno de captación de dinero. Incluso, la titular de Proconsumidor ha dicho que advirtió del ardid con suficiente antelación al Ministerio Público.
Hay que suponer que si en ese momento se hubiese actuado en consecuencia, habrían sido mucho menos las personas que incurrieron en el error de invertir recursos en negocios cuyas posibilidades de fracaso son prácticamente de un 100% y, lo más importante, se hubiese podido tomar medidas en contra de los artífices de tan colosal estafa.