El horror volvió a golpear a Francia ayer cuando el conductor de un camión embistió y disparó contra una multitud en la ciudad sureña de Niza, con saldo de al menos 84 muertos y más de cien heridos, una masacre que consterna e indigna al mundo civilizado.

Las autoridades adelantan que se trató de otro atentado terrorista perpetrado contra una muchedumbre que celebraba el Día de La Bastida, fiesta nacional francesa.

El 13 de noviembre del año pasado, una serie de atentados en los alrededores del Estadio Nacional de Fútbol y el ataque a una sala de conciertos, en París, causaron la muerte de 130 personas, en una acción terrorista que se atribuyó el Estado Islámico (EI).

Francia, una de las naciones que acoge a más visitantes en el mundo, y que ha sido siempre refugio y amparo de quienes sufren acoso por represión política, religiosa o étnica, se ha convertido en blanco y víctima del terrorismo.

La masacre de ayer, perpetrada contra gente indefensa que festejaba la fecha que marca el inicio de la Revolución Francesa, ha sido un acto cruel y cobarde, que refleja la naturaleza de sus patrocinadores, de gente que desprecia la vida y fomenta el odio.
El presidente François Hollande recibe hoy votos de solidaridad de todas las naciones, cuyos gobernantes y pueblos repudian la acción criminal perpetrada ayer en Niza, que ha colmado de luto y dolor a toda Francia.

Episodios de terror y horror, como el que se perpetró al sur de Francia, se acometen con pasmosa frecuencia en Europa y Medio Oriente, donde operan células terroristas dirigidas o manipuladas a distancia por grupos extremistas que tiñen con sangre sus retorcidas interpretaciones religiosas.

Los dominicanos se unen a la cadena mundial de solidaridad con Francia, de nuevo agredida por el terrorismo, que obviamente no logrará arrodillar a esa gran nación ni a su pueblo, que han sido cuna y ejemplo de lucha por la libertad y la justicia.