La salida de las tropas internacionales desplegadas en Haití, lideradas por Kenia, es un triunfo para las pandillas que han sembrado la violencia y el terror en la vecina nación.
Pero también otro desafío para la comunidad internacional. Al vencerse el próximo octubre el mandato de la misión multinacional, el presidente keniano William Ruto ha demandado de la ONU guiar una transición responsable en el vecino país.
Si Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de la ONU no intervienen de manera rápida no cabe duda de que las pandillas, que hoy controlan la mayor parte del territorio, se alzarán con el poder en Haití en el menor tiempo posible.
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Si con unos mil soldados internacionales Haití registró un incremento de un 24 % de los homicidios en los primeros seis meses de este año, hay que suponer lo que ocurriría sin la presencia de las tropas extranjeras.
El presidente de Kenia, que se ha cansado de advertir sobre las precarias condiciones de los soldados, ha dejado claro que en las actuales condiciones no está dispuesto a continuar con la misión de seguridad en Haití. La ONU y las potencias que lo piensen bien, porque este país sabe lo que hará.