Es real el apotegma que se presenta como verdad. La historia no es línea recta en ascendencia progresiva. Los hechos van mostrando sus meandros con el discurrir del tiempo.
Hay muchas traiciones que se han convertido en antológicas. Un ejemplo de esto fue la felonía de Efialtes de Tesalia al rey de Esparta, delito con el que los persas vencieron al soberano en las Termópilas.
Nuestro país tiene asimismo sus episodios de puñaladas traperas, y uno de estos momentos de clásica traición se conmemorará este viernes 23 de febrero, al cumplirse el 94 aniversario del movimiento popular que derrocó a Horacio Vásquez, y que le abrió las puertas a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Vásquez se convirtió en albacea del dictador. La historia registra el hecho de que en el año 1927, el club Recreativo de Moca le envió una invitación a Horacio Vásquez para la celebración de La Gran Fiesta del Cacao. Los directivos del prestigioso club le solicitaron al mandatario que le sugiriera una lista de invitados para colocarlos en la mesa principal, a lo que el caudillo mocano puso de primero a Trujillo, siendo rechazado por el club.
«Pues si él no va, yo tampoco» fue la frase con que recibió Horacio Vásquez la negativa del club de invitar a Trujillo, retirándose iracundo de los predios mocanos.
El tiempo pone las cosas en su justo lugar, y las letras de la canción escrita por el dominicano Mario de Jesús e interpretada por Olga Guillot son enfáticas cuando sabiamente dicen: «…cría cuervos y verás, como te sacan los ojos». El 23 de febrero una insurrección popular apoyada por Trujillo, marchó desde Santiago hacia Santo Domingo derrocando a Vásquez del poder.