Santiago.- ¿Cuántas acciones quieres? preguntaba confiado en el porvenir un connotado banquero a sus pretendidos socios fundadores.
La respuesta parecía extraída de un guión unánime: cuando caiga Juan Bosch.
Algunas de las figuras representativas del gran empresariado incipiente de 1963 condicionaban cualquier transacción de importancia, incluida la compra de acciones de un célebre banco comercial, a la caída del gobierno de Juan Bosch.
La cerrazón farisea que no quería ver en el intelectual dominicano a un liberal que se oponía a perseguir comunistas asesinándolos, encarcelándolos, exiliándolos, creía ver en cambio, molinos de viento que se convertían en monstruos y lo engullían con sus intereses en el corazón, por vía del proceso democrático.
Parecida posición adoptaría después Antonio Guzmán Fernández al negarse a atacar a la izquierda, entonces con una creciente participación movilizadora a través de Manolo Tavárez.
La negativa a mancharse de sangre le costaría el cargo espurio de presidente manejable en 1965 en medio de la revolución constitucionalista que estalló el 24 de abril y que procuraba devolver la constitucionalidad al país.
La suma de estas ásperas contradicciones produjo la muerte por viña fratricida y completamente evitable a través de la diplomacia y las negociaciones, de 5 mil dominicanos.
Y mientras, el Partido Revolucionario Dominicano, con su inmovilidad y su perplejidad, producto de conflictos internos mal llevados, parecía, inconscientemente, sumarse al golpe, posteriormente odiado y combatido con las armas.
El pánico anticomunista que generó la vecina geográfica revolución cubana sazonó eficazmente, para el enervado conservadurismo, la conspiración de derecha.
Había, evidentemente, en la metrópolis, un diseño golpista, que se extiende incluso hasta los años 70 y 80, que se explica en el florecimiento de asonadas por toda la América Latina.
Argumentar a estas alturas, en el contexto mismo de las contradicciones este-oeste, que Juan Bosch se procuró conscientemente la salida del poder es olvidar que la historia no es el relato de un hecho aislado ni de temperamentos ni de detalles anecdóticos.
Las maniobras de la poderosa Embajada existieron como las describió Bosch que, sin dudas, cometió errores, uno de ellos básicos: la no promoción a rangos elevados de la joven oficialidad no comprometida con la tiranía recién desaparecida.
Una maniobra en esa dirección le hubiera señalado como un estadista al tanto de los acontecimientos y con poder más o menos real.
Negaría de ese modo el gobierno cuasi inorgánico pero honrado, sin dudas, que todavía tenía en sus manos a siete meses de su juramentación.
A la vez, tenía que tener una base social y política movilizadora, capaz de defender el proceso democrático en curso.
Pero la parálisis de esa expresión que en ese momento correspondía al Partido Revolucionario Dominicano surgía del escaso entrenamiento político vigente aún.
Un gobierno en el que se no se robe no se asesine ciudadanos por las causas que fuesen, resulta en un triunfo de la razón, notable e histórico.
Nada, ningún argumento válido, pese a esos percances de cierta importancia, ofrece la precisión de que Bosch quiso salir del poder en el tiempo en que fue obligado a ello.
Además, el suicidio político de un hombre que se sabía ya parte de la historia dominicana, decente, pensador, no estaba entre sus proyectos ni podía estarlo.
(Se ha sabido que cuando Bosch, en 1975, escuchó por primera vez la canción Compañero presidente, dedicada al presidente mártir de Chile, Salvador Allende, le corrieron pesadas lágrimas).
Nacido:
30-9-1909 en La Vega
Literatura:
En 1933 se inicia en la literatura con el libro Camino Real
Política:
En 1939 funda el PRD. En 1963 es electo Presidente y luego derrocado ese año.
En 1973 funda el PLD.
Fallecimiento:
Muere el 1-11-2001

