Cada vez son mayores las posibilidades de sacar al Partido de la Liberación Dominicana del poder debido a su incompetencia para resolver los problemas nacionales a pesar de los años que lleva administrando la cosa pública, (16 años, 12 ininterrumpidamente) el endeudamiento externo exorbitante, la corrupción rampante, la impunidad que impide castigo a los prevaricadores, el aumento de la pobreza, la inseguridad ciudadana, etc.
La gente simplemente se hartó del Comité Político convertido en una casta privilegiada supranacional; de los funcionarios enriquecidos al vapor, de las carreteras clandestinas, de las mansiones, los helicópteros, los vehículos de lujo, las villas y los castillos, los salarios millonarios, las “segunda base” (amantes) nombradas en posiciones importantes del Estado, las nóminas y las nominillas, el barrilito y el cofrecito, las evaluaciones y las sobrevaluaciones, etc., etc., etc.
Ahora bien, toda la rabia y la impotencia de la gente acumuladas tienen que convertirse en votos en las elecciones venideras para lograr erradicar la peste morada que amenaza, como un cáncer, con destruir todas las células del cuerpo social dominicano.
El PLD es un monstruo de muchas cabezas poderosas y peligrosas con nombres en la Justicia, el Congreso, la Prensa, con sus bocinas, la Junta Central Electoral (JCE) y el Tribunal Superior Electoral (TSE), la Policía y las Fuerzas Armadas, además del Presupuesto Nacional.
Solo la voluntad férrea del pueblo a través de la unidad de sus organizaciones más representativas podrá erradicar la peste, es decir, derrotar al PLD y su candidato Danilo Medina.
El acuerdo del Partido Revolucionario Moderno con el Reformista Social Cristiano que se suma a la Convergencia, es un paso importante, trascendente diría, para arrinconar y aislar aún más al partido de gobierno. Faltan otras fuerzas, pero el avance es indudable.
Es necesario, sin embargo, darle contenido programático al entendimiento entre los partidos.En las alianzas no pueden primar las reparticiones de candidaturas y cargos, pues estaríamos en lo mismo. Y no puede ser. El interés nacional tiene que primar en los acuerdos a través de un programa o plan de gobierno.
No es cuántos senadores, diputados, alcaldes o regidores se repartirán los aliados. Es ¿qué haremos con el país? Me pregunto junto con Fafa Taveras, ¿para qué queremos el poder? ¿Cuáles son las transformaciones que haremos desde el poder? ¿Qué giro le darán las fuerzas populares, verdaderamente progresista, al Estado y sus instituciones?
Apuesto por un cambio de verdad, no un lavado de cara para que todo siga igual, no un cambio gatopardiano; hablo de un cambio del modelo que sacuda toda la estructura podrida y mafiosa del Estado dominicano.