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El pasado 14 de noviembre, Venezuela presentó impago en abono de US$200 millones de su deuda externa que trepa a un monto de US$150 mil millones, teniendo abonos impagos por otros US$400 millones, que lo coloca al umbral del default, mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) define la situación financiera de Venezuela en ruta derechita hacia la hiperinflación, sinónimo de una catástrofe económica, con una deuda externa por sobre los US$150 mil millones.
La inflación de 825.7% es la más alta del mundo, que contrasta con el país con las mayores reservas de combustibles fósiles del orbe, estimadas en 301, 501 barriles diarios de petróleo (mbdp), superior a Arabia Saudita con 264,516 mbdp y Canadá con 178, 100 mbdp, las tres reservas más abundantes del mundo, resultando inconcebible y manicomial estos contrastes económicos en un país que por la magnitud de sus riquezas minerales debiera marcar puntero en bienestar social alto, siendo todo lo opuesto.
El deplorable, calamitoso y explosivo escenario financiero venezolano resulta más práctico identificarlo sin muchas palabras en el recuadro anexo del FMI insertado en Hoy del día 15 de este mes.
La producción de petróleo en noviembre que es el 92% de los ingresos en dólares de Venezuela, que no produce nada de consideración en ese renglón, se redujo en 130 mil barriles en relación a octubre conforme a cifras de PDVSA, de 1,995 mbdp por 2,085 mbdp.
El 14 de este mes, la oposición a la democracia embozada de Maduro descartó reunirse en procura de una salida razonable, decente, democrática y civilizada al pantanal que es la situación política y económica del país con las mayores reservas de crudo, quebrado, algo insólito comparado con otros países con menores reservas de combustibles fósiles, anunciándose que el diálogo será reanudado en Santo Domingo, país mediador del manicomio venezolano, el dos de diciembre venidero, perspectiva que se complica al señalar que el 18 de este mes, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, huyó de su cárcel domiciliaria y se refugió en Colombia.
El día 16, la destituida ex fiscal general, Luisa Ortega, acusó en La Haya, Holanda, a Maduro de crímenes de lesa humanidad por ocho mil crímenes y más de 17 mil detenciones por libertad de conciencia, acusación que podría iniciar una orden internacional de captura y un posterior juicio en el Tribunal Penal Internacional con sede en la capital holandesa.
Las añejas sanciones económicas impuestas por Estados Unidos a Venezuela por asfixiar la disidencia, agravadas por el presidente Donald Trump, se complican más a las anunciadas el 13 de noviembre por la Unión Europea, prohibiendo vender armas, congelar activos y restringir viajes de turismo.
El día 13 de noviembre la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, acusó a Venezuela de “constituir una amenaza para el mundo”.
Es en el contexto de ese aquelarre político que las miradas de Zimbabwe se aterrizan en Caracas, con la evidente especulación, razonable por demás, de la posibilidad de clonarse, con el protagonismo de los militares de rangos inferiores incorruptos, imponiéndose sobre la cúpula corrupta, igual como aconteció en RD el 24 de mayo de 1965, cuando el capitán ERD Mario Peña Taveras, hizo preso al jefe de Estado Mayor del ERD, general Marcos Aníbal Rivera Cuesta, poniendo fin al gobierno rapaz, espurio y golpista de El Triunvirato presidido por Donald Reid Cabral.