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Vida del buscón dominicano

Vida del buscón dominicano

Nadie fie de prosperidades: solo el vivir ajustado el mejor estribo”. La sentencia es de Francisco de Quevedo y Villegas, de origen hidalgo, hombre que vivió los avatares de su tiempo como escritor, en el sentido más amplio del término, político y crítico implacable de él y de sí mismo, que si su protegido, desde el duque o cualquier otro notable hasta su vida personal, caí en desgracia él le seguía los pasos, como era usual en la época del llamado Siglo de Oro español.

La sentencia define su tiempo y este nuestro, turbulento más lo que este simple esbozo podría decir.

Que se medite o se relacione la anterior sentencia al claroscuro de este tiempo, de padecidos y convalecientes, no estaría mal. Que cada quien la haga suya de acuerdo a su entendimiento y lo que se ha aprendido de la vida, si es que la vida es una escuela de aprendizaje, como yo, sin alcanzar ninguna estatura, lo entiendo, busco el sosiego en ella, para que, al calor de los días venideros, que no hay para donde ir a buscar “bienestar alguno”, sea cual sea su origen, fruto de cómo cada quien la entienda, la medite, para si se vuelve a estar como “chivo sin ley”, como el pasado recién y los chivos no estén gordos sino flacos hasta no encontrar la punta del cuchillo, se “cambien” la dirección de pensar y actuar para estar más tranquilo y se piense mejor sobre el tiempo que se vive a diario, pero que resulta más pesaroso si se tiene la sombra de bienestar mal ganado al lado, detrás, o donde el convaleciente lo entienda.

Las últimas décadas tienen mucho que ensañarnos a vivir bajo el estribo cuando se hizo todo lo contrario. Tenemos unos cuatrienios pensándonos de todo con una euforia que asusta y muchas veces los resultados son sueños sobre olas, no importa que la playa sea turística (que, si no son todas, un día de estos al trote que se va, terminan siéndolo).

Pululan por ahí toda una generación que soñaron del lado contrario a la pared y vieron el mar y se les convirtió en agua dulce, y vieron que era buena y quisieron venderla a buen precio y al venderlas volvió a ser salobre.

Vidas en su mejor época para la producción tanto material como espiritual, se inclinaron a la más fácil, la que su espíritu, su época, sus miserias humanas, estaban destinadas, con las metas claras sobre el menor esfuerzo, mientras menos esfuerzos, mejor se pensaba que era el futuro inmediato. ¡Cuán equivocado se estaba, olvidando: “solo el vivir ajustado el mejor estribo”!

El llamado Siglo de Oro español por los historiadores de la literatura fue por sentencias de ese origen más las obras, por su calidad y mil méritos más, pero la vida de muchos de esos creadores, los avatares en que se vieron envueltos, no son nada envidiable, la misma de Francisco de Quevedo y Villegas, ejemplo; contrario a los cuatrienios recién vividos y por vivir, de acuerdo a la edad que se tenga.

Hemos vivido en una burbuja de pompas de jabón, que no resiste muchas alturas en masas, en ese “estado de plenitud”. Los años más productivos de muchos de los que hoy se quejan (y no en verso, sino en prosa) lo dedicaron a vestir bien, beber ron del bueno, no “Como poco coco compro, poco coco como”.

Come como un degaritao el que ha pasado mucha hambre y mientras mejor vida, menos esfuerzo, contando que eso iba a ser para siempre. La burbuja de pompa de jabón de cuaba tiene un olor singular y es el de nuestra infancia de “pobreza”.

Francisco de Quevedo y Villegas, vivió todos esos estados con todo y ser origen de familia hidalga como súbdito protegido y hombre preocupado por su tiempo, sin nunca dejar de hacer lo que hacía mejor, Escribir, Criticar, Soñar. No se desvinculó de su camino principal que fue por lo que se les pondera siglos tras siglos.

Hay que tener claras las metas propias, como ser un ciudadano ejemplar, respeto a nuestras responsabilidades como familia, trabajo, dar el ejemplo con nuestros actos y no aparentar lo que no somos ni despierto, dormido, beodo de “éxitos”. El “futuro” os aguarda.

El autor es escritor.

Por: Amable Mejía
amablemejía1@hotmail.com

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