Opinión

Vientos de tormenta

Vientos de tormenta

Un ex presidente aspira a regresar al poder y enarbola una consigna con la que tiene razón: “Los vientos están soplando con bastante intensidad”. En lo que podría faltarle acierto es en lo que ese fenómeno atmosférico puede implicar para una nación previamente devastada por idénticos vientos a los que parecen aproximarse. Para él, sin dudas, significará la posibilidad de refrescarse con sus brisas; para el territorio dominicano, el derribo de los pocos árboles que pudieron resistir la ocurrencia de las tempestades precedentes.

A nadie puede sorprender que tales vientos estén soplando, porque en esta tierra, el reciclaje de tormentas ha sido una constante histórica con independencia de épocas y condiciones geográficas.

Pese a aquello de que “las lluvias pagan sus daños”, no se puede citar un ejemplo de que estas furias extra naturales, hayan terminado siendo positivas para un conglomerado impiadosamente vulnerado por la intensidad de sus ataques. En todos los casos, se ha tratado de una reiteración, en mayor o menor medida, de lo que han sido sus características esenciales desde que se aproximan a costas nacionales.

En el caso de la tormenta que se avizora, lejos de ser excepción, sería la confirmación de la constante, dado los datos que se conocen de sus variables en términos de la masa nubosa que lo acompaña, la velocidad de las ráfagas de sus vientos y su capacidad de traslación. En un entorno donde los acontecimientos previos no han producido las correspondientes consecuencias, ni se han tomado las previsiones de lugar, resulta fácil colegir que se repita un fenómeno similar, incluso provocando mayores destrozos que en sus andanadas anteriores.

Estas penas que con tanta frecuencia tenemos que padecer, están vinculadas al escaso nivel de desarrollo de pueblos como el nuestro, el cual nos torna frágil por lo desprovistos que estamos de las herramientas imprescindibles para enfrentarlas. Desarrollo, cuya precariedad es en gran medida resultado de las lesiones constantes que nos infringen por tener que enfrentar en cada temporada, el martirio de estas inclemencias.

De ese modo, los vientos de tormenta que nos amenazan se aprovecharán de la falsía que representa la concepción de progreso que nos ha vendido, la cual se sustenta en mentiras repetidas que nos proyectan como expresiones en miniaturas de ciudades avanzadas. Todo quedará desmentido al producirse el retorno de estos vientos que pondrán de manifiesto, una vez más, que en este país “el día más claro llueve”

El Nacional

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