Refiere la historia que el cuadro de la Virgen Santísima de la Altagracia, fue pintado muy probablemente, por los años 1510 y 1515 en Sevilla España, siendo la corona el símbolo más emotivo y llamativo del mismo.
Desde el principio del siglo XVI, se pretendía que la corona cerrada estaba reservada para un emperador romano. Se entiende que la corona cerrada en el cuadro de nuestra señora de La Altagracia, es claro para los destellos de la Virgen, pues no es sencillamente una reina cualquiera, sino la Reina madre.
La bella diadema de la Virgen fue hecha completamente de perlas y en aquella época las perlas tenían más valor que el oro, por la escasez de estas. Aunque no se establece el nombre del pintor del cuadro, sin embargo se cree que era de Sevilla, de la escuela de Alejo Fernández, y todo el cuadro está enfocado en una sola persona; el niño Jesús con su solo mensaje: “Mírale a él”.
En 1515 es posible que la historia oral y el naranjo sea auténtica en su esencia. También es probable la construcción de una Capilla donde se encontraba el naranjo, entre otras razones, ya que todavía no se había edificado la iglesia parroquial, después del traslado de la virgen de Salvaleón de Higüey.
Una vez construida la villa, al lado de la casa de Ponce de León, en San Rafael de Yuma, se trasladó a su ubicación actual por los años 1517-1518.
La devolución de la Virgen de La Altagracia, es la más encendida y dorada en toda nuestra República Dominicana, y se aprecia y afirma que una mujer de cada doce se llama Altagracia y un dominicano de cada diez visita la Basílica de Higüey.
La Virgen ha realizado y realiza tantos y tantos innumerables milagros y la Nación está llena de testimonios de sanaciones, conversiones y reconciliaciones, porque verdaderamente la intercesión de nuestra virgen es real, efectiva y divina.
Aquel que tiene fe no está nunca solo, pues la verdadera fe se encuentra donde está el amor. La fe no es solamente una virtud, es la puerta sacra por la cual pasan todas las virtudes. Heny D Lacordaire.
La inauguración de la Santa basílica de Higüey, templo y santuario de la Virgen de la Altagracia, fue un acontecimiento majestuoso y divino, donde asistieron más de un millón de personas y de otros países del mundo.
Dada la trascendencia para la Nación, el entonces Presidente Dr. Joaquín Balaguer, dispuso la realización de todas las medidas necesarias para el logro de esta inauguración, a fin de evitar sucesos y hechos lamentables, designando al Coronel Francisco Báez Mariñez como supervisor de tránsito y carretera y al Dr. Domingo Porfirio Rojas Nina, entonces secretario de Estado, Director de la defensa civil, en el cuido protección ciudadana, junto a los señores Rafael Andújar, Rafael Campos Piña, Juli Cruz, así funcionarios diversos del estado dominicano y gracias a Dios, el operativo fue exitoso.
Algunas notas de John Flury y Monseñor Benito de la Rosa. Oración: “virgen dulcísima de Altagracia, patrona nuestra, míranos aquí, postrados en la presencia, tu eres nuestra abogada, y como menesterosos venimos a encomendarte nuestras necesidades. Tú eres nuestra y como discípulo venimos a aprender los ejemplos de tu santa vida, eres nuestra y como hijos venimos a ofrendarle todo el amor del corazón”.