Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

por: Aida Trujillo Ricart
http://aidatrujillo.wordpress.com/
“La piel de chagrín”, una maravillosa novela del clásico Honoré de Balzac
Se trata de otro libro que he releído hace poco y que recomiendo a quienes disfruten de las obras de los escritores de la generación romántica. Honoré de Balzac (1799-1850), su autor, tres años mayor que Víctor Hugo, fue un creador exclusivo, fundador de la novela moderna. Vivía y escribía en un mundo creado por su increíble imaginación. Sin ignorar lo que le rodeaba, compuso un sinfín de personajes producto de su fantasía que eran, al mismo tiempo, reales en su época. Algunos de ellos se repiten en los múltiples escritos que escribió a lo largo de su no demasiado larga vida.

Pero él no se ajustaba a la realidad a pesar de que se le consideró, por muchos, como un narrador objetivo de las costumbres de entonces.En una ocasión en la que un entusiasmado lector elogiaba sus dotes de  bservación, él mismo lo desmintió. Su respuesta a aquella lisonja fue “¡Cómo quiere usted que tenga tiempo de observar si todo ese tiempo se me va en escribir!”. Baudelaire afirmó “Siempre me ha sorprendido que la gran gloria de Balzac haya sido pasar por un gran observador. Pienso que su mérito esencial consistía en ser un visionario apasionado”.
Esto no significa que la obra de Balzac no sea minuciosa y descriptiva. Sin embargo, al leerla, nos percatamos de que responde a una verdad personal. Aunque uno siente que pretende ser más fidedigna que la verdadera autenticidad. “La piel de chagrín” es una novela que según el propio Balzac, une una fábula de fantasía con los estudios de las costumbres de su época. De fácil lectura, es un cuento filosófico y fantástico que se desarrolla en la sociedad parisina del año 1830.

En él, un joven marqués que carece de fortuna, Raphael de Valentin, tras haber despilfarrado lo poco que su progenitor le había legado a su muerte, decide poner fin a sus días, arrojándose al río Sena. Pero, cuando se disponía a hacerlo, tropieza con una tienda de antigüedades que llama su atención. Piensa entonces que, el demorar unos minutos su fallecimiento, no tendrá ninguna trascendencia y penetra en la misma, no exento de curiosidad. Sin embargo, una vez allí, encuentra un extraño talismán: una piel de onagro, asno salvaje, con una inscripción en sánscrito, que llama su atención aún más.

Dicha piel le es ofrecida por el propietario del local quien le dice que, quien la adquiera, obtendrá todo lo que desee. Le advierte, no obstante que, cada vez que éstos se vayan cumpliendo, por más pequeños que sean, la membrana irá menguando hasta terminar con su vida. Raphael quien, como hemos dicho, deseaba morir, se encoge de hombros y se la lleva. Después, como es de suponer, tras haber vuelto a saborear los placeres de la existencia, el que el objeto vaya encogiendo, se convierte en una enorme y real tortura, tanto para él como para Pauline, el verdadero amor de su vida.
Nuevamente Baudelaire expresó su asombro “por la forma de suicidio, extraña y fascinante, que escogió Raphael de Valentin”. A mí sigue fascinándome, después de la segunda lectura de este impresionante libro, el nada banal Honoré de Balzac. Merece la pena el leerlo, repito.

El Nacional

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