POR: Rafael Peralta Romero
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Medina, reforma, reelección
Los vítores de reelección que empiezan a cundir el territorio nacional podrían borrar la diferencia que ha marcado el ejercicio presidencial de Danilo Medina –mesurado y humilde- y el de su predecesor, Leonel Fernández, caracterizado por el delirio de grandeza, las actitudes avasallantes y la estridencia de un coro de incondicionales.
Las reseñas noticiosas han mostrado las aclamaciones en los actos públicos presididos por el mandatario, mientras a la vista de todos se exhibe propaganda pensada, elaborada y pagada con fines reeleccionistas. La campaña incluye un lema de ingrata recordación: “… lo bueno no se cambia, Danilo 2016”.
La Constitución vigente en la República Dominicana impide claramente al Presidente optar por la repostulación sucesiva, aunque puede hacerlo con un período de por medio tras terminar su gestión. Por eso sería indispensable modificar la Ley Sustantiva para que el actual gobernante tenga chance de ser candidato presidencial en 2016.
Así se robustecería nuestra tesis, desarrollada en un libro de pronta aparición, según la cual la circunstancialidad ha predominado en las numerosas reformas a nuestra Carta Magna, que en sólo 166 años de vida republicana (1844-2010) ha sufrido treinta y nueve alteraciones, ya fueran auténticas reformas, anulaciones o acomodaciones.
Es cierto que en algunos casos las enmiendas procuraron satisfacer necesidades de cambios en el ordenamiento jurídico de la nación, pero en algunos momentos sirvieron para resolver crisis circunstanciales y en la mayoría de las ocasiones para complacer frivolidades de gobernantes alucinados por la permanencia en el poder.
Tras un cambio en la Constitución, en 2002, el presidente Hipólito Mejía, del PRD, pudo ser candidato al mismo cargo en 2004, pero ganó la elección Leonel Fernández, quien juró como jefe del Estado con una Constitución que le permitía optar por un nuevo cuatrienio , después del cual no podría presentarse jamás como candidato.
Pasados ocho años de gobierno, Fernández notó que él había crecido mucho y la Carta de 2002 le quedaba chiquita, ya no le servía. Entonces acudió a unos magníficos diseñadores y se hizo confeccionar un texto constitucional a su medida. De este modo quedó proscripto el pesado adverbio “jamás”, incluido en el artículo 49 de entonces.
Fernández tomó la previsión de que quien lo sucediera no podría ser candidato en 2016. Ese es el escollo del que ha hablado prudentemente el doctor César Pina Toribio, consultor jurídico del Poder Ejecutivo. Quienes incitan al presidente Medina a la reelección habrán de saber dónde pisan. Modificar ahora la Constitución con ese fin no reportará réditos.

