Hace un año justamente, el PRM y aliados coronaron las elecciones presidenciales y congresuales. Luis Abander, en busca de su reelección, logró una cómoda victoria. Pero esa noche del 19 de mayo del 2024 trazó una línea de Pizarro que modificó el accionar político del país: el recién reelecto mandatario anunció que no buscaría nuevamente un período presidencial.
Por primera vez, un Presidente, y en este caso uno con una legitimidad particular y un poder acumulado como pocos, se “ponía alante” y dejaba claro que no jugaría con la institucionalidad del país por ambiciones personales.
Ese anuncio desencadenó, de forma anticipada, una especie de carrera interna en el PRM hacia el 2028. Apenas unos días después, el Presidente convocaba a los “presidenciables” del PRM, para trazar ciertas reglas de juego la precampaña interna. Un inicio del segundo período un poco traumático demostró que los leales al presidente Abinader no eran todos los que decían “señor señor”. Y una parte de la sociedad dominicana adjudicó algunas de las crisis al “anuncio a destiempo” del mandatario de que se retiraba del ámbito electoral para el 2028.
Pero, ¿por qué se critica una decisión que se alinea con la Constitución? ¿Acaso el país necesita figuras mesiánicas más que estadistas? El gesto del presidente Abinader refleja una visión distinta del poder: un liderazgo disruptivo, marcado en sus decisiones políticas como la de impulsar un Ministerio Público independiente, compartir con ex mandatarios decisiones de Estado, y colocar un candado a la Constitución para evitar un propio intento de reelección.
Esto sugiere que su decisión fue producto de una lectura estratégica de la historia de su partido. Abinader parece entender que para garantizar la continuidad del PRM en el poder, no basta con elegir un candidato a última hora. Las experiencias del PRD en los años 80, 2004 y 2012 demuestran que las divisiones internas han sido su mayor debilidad.
El PRM, similar al PRD, está compuesto por islas de poder. Hay mucho talento y capacidad en los diferentes proyectos presidenciales, la clave está en preparar con tiempo una transición ordenada, con un candidato con respaldo unificado. Abinader, con más de tres años de mandato por delante, aún tiene tiempo para construir ese puente, sanar heridas y evitar repetir errores históricos.
Tal vez, desde esa mirada estratégica, el presidente decidió encender la mecha del relevo político antes de lo habitual. Y si esa decisión, en lugar de debilitar al PRM, fuera la clave para consolidar su continuidad en el poder más allá del 2028… ¿y si fuera así?.
Por: Orlando Jorge Villegas
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