Victor Von Lustig fue un políglota conocido por su destreza mental, que lo llevó a convertirse en el mayor estafador del siglo XX, siendo el caso que lo catapultó al mundo de los delincuentes los dos intentos por vender la Torre Eiffel, monumento emblemático de París.
Se autoproclamó como el Director General Adjunto del Ministerio de Correos y Telégrafos del gobierno francés, mientras que Dapper Dan era su «secretario».
Luego de escribir varias cartas solicitando reuniones con los comerciantes parisinos más prestigiosos, logró que cinco de ellos respondieran y aceptaran reunirse con él, en forma secreta, en el legendario Hotel de Crillon.
A los posibles compradores se les dijo que la reparación de la Torre Eiffel resultaba demasiado costosa y que las 7.000 toneladas de acero se pondrían a la venta al mejor postor.
Se contó con el silencio de los partícipes de la reunión y Lustig solo se centró en descifrar a quien se mostrase más decidido en efectuar la operación.
La primera víctima fue André Poisson, un multimillonario que pagó una fortuna para que desmantelen la estructura de la Torre Eiffel y se la entreguen a él.
Hubo un contrato falso con un título de propiedad y un cheque auténtico con una suma de dinero impensada.
Al notar la estafa, Poisson prefirió el silencio para no seguir pasando vergüenza.
En su osadía, Lustig engañó a Al Capone, el más peligroso criminal por ese entonces. Le pidió 50 mil dólares con la promesa de devolverle el doble en 60 días. Sin embargo, su objetivo era otro.
Luego de depositarlos en una cuenta bancaria, le regresó el dinero al mafioso estadounidense, argumentando que «el negocio no era redituable».
Dicen que Capone premió su «honestidad» con mil dólares de recompensa, que era a lo que aspiraba Lustig desde un principio, además de la confianza del mafioso, con quien luego compartió la misma prisión de Alcatraz, donde murió el 11 de marzo de 1947, poco antes de cumplir 57 años de edad.