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A rajatabla

A rajatabla

Orión Mejía

Generación de imberbes.-

Pertenezco a una generación de periodistas que en términos profesionales y laborales nació a mediados de la década de los 70, en la agonía del Gobierno de los 12 años y la efervescencia electoral del Acuerdo de Santiago, cuando aún la vida de los jóvenes no valía nada.

La mayoría de mi promoción se trasladó casi inmediatamente desde las aulas universitarias a laborar en las redacciones de los noticiarios de Radio Comercial, Radio Mil, Radio Popular, Radio Universal, Radio ABC, Radio Continental, Radio Cristal, Radio Antillas, La Situación Mundial, entre otros, que dominaban el escenario de la influencia mediática.

Colegas que venían de los años 60 y desde antes, pasaron a trabajar en la prensa escrita, especialmente a los vespertinos El Nacional, La Noticia y Ultima Hora, en los matutinos El Sol y El Nuevo Diario, que ayudaron a fundar.

Nuestra imberbe generación procedía predominantemente de una temprana militancia en la izquierda revolucionaria, con mayor membresía en la línea roja del 14 de Junio y Movimiento Popular Dominicano (MPD), aunque había una notable representación del PRD y en menor medida, del naciente PLD, en el que yo militaba.

Eran aquellos tiempos de mucha convulsión política y social, matizada por asesinatos, encarcelamientos y desapariciones de muchos jóvenes a manos del aparato represivo del Estado que impusieron un irrespirable estado de represión política del cual los periodistas también sufrimos.

Los ciudadanos se enteraban de esos crímenes y de las manifestaciones estudiantiles, huelgas de trabajadores a través de nuestras propias voces o por las notas redactadas por nosotros y leídas por locutores de timbre y pronunciación impecables.

Lo que hoy se divulga a través de las redes en vídeo o grabaciones de voz, lo hacían esos periodistas de radio desde los lugares donde la represión y el peligro convulsionaban, sin que la militancia o preferencia política afectara la objetividad del mensaje.

Más del 90% de los redactores o reporteros, incluidos los de mayor experiencia y tiempo de ejercicio, fuimos también miembros activos del Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales (SNPP), desde cuya trinchera luchamos por la democracia y las libertades públicas.

La prensa radial terminó su ciclo de influencia y supremacía mediática, asediada por un combativo periodismo escrito y una novedosa oferta televisada, por lo que mi generación también emigró a esos medios, con la satisfacción de que, sin mercadear una cínica e insípida imparcialidad, ejerció un periodismo vigoroso, valiente y ético.