Opinión

Adiós, Monseñor Arnaiz

Adiós, Monseñor Arnaiz

Por:   Rafael Antonio de la Cruz

 

Hoy, la Iglesia Católica Dominicana es más pobre

 

El pasado domingo, 16 de febrero, fueron enterrados, los restos de Monseñor José Francisco Arnaiz, en Manresa, Loyola, en el Cementerio de los Jesuitas. Creo que toda la Iglesia Católica Dominicana se siente enlutada por la partida de uno de sus más virtuosos y ejemplares pastores del cristianismo actual.

A partir de los años 60 llegó al país, procedente de Europa el español José Francisco Arnaiz, joven apuesto, elegante, de mirada inquieta y dinámica que reflejaba el éxito de un futuro lleno de esperanza para la Iglesia Dominicana. La Fecundidad de su Vida Espiritual, pastoral, su profunda sabiduría y solidaridad humana y comunitaria así lo demostraron en toda su vida ministerial.

Desde su llegada al país, el brillante académico José Francisco Arnaiz fue nombrado Rector del Seminario Santo Thomás de Aquino, misión que desempeñó exitosamente y a la que se dedicó con alma, vida y corazón. La capacidad académica doctrinal y religiosa de Monseñor José Fco. Arnaiz, era de todos conocida, y sobre todo, la basta cultura que flotaba en sus artículos sabatinos del Listín Diario, pensamiento y vida.

Los que tuvimos la dicha de pasar por sus manos como seminaristas, podemos recordar muy bien la excelencia de sus cátedras en: Teología, Filosofía, Cristología, Sagradas Escrituras, Exégesis, Patrística, Mariología, Antropología, Psicológica, Psiquiátrica, Oratoria, Historia del Arte y de la Cultura y otras ciencias en las que son formados los sacerdotes del Señor.

En el Seminario Santo Thomás de Aquino, Monseñor Arnaiz, supo formar una cantera de jóvenes que, alimentados por las virtudes espirituales y por la sabia erudición de ese ejemplar siervo del Señor, hoy están diseminados por todo el país, sembrando las enseñanzas del rico pastoreo espiritual y social que aprendieron del humilde maestro Monseñor Arnaiz.

Fue muy ejemplar y consolador el día del entierro de Monseñor Arnaiz, ver alrededor de su tumba a ese grupo de antiguos seminaristas, convertidos ya en pastores obispos, despidiendo con su último adiós a su ejemplar maestro Monseñor Arnaiz.

Como seminarista agradecido, y hoy sacerdote por la Gracia del Altísimo, quiero agradecer a ese grupo de jóvenes obispos (de quienes fui compañero de estudios): José Dolores Grullón, Carapio de la Rosa, Nicanor Peña, Pablo Cedano, Fausto Mejía, Fredy Bretón, Diómedes Espinal, Plinio Reinoso, todos de la generación de Monseñor Arnaiz y de otros como: Agripino Núñez Collado, Monseñor María de Jesús Moya, Monseñor Thomas Abreu, Monseñor Rafael Felipe, quienes ya terminaban sus estudios, al tomar Monseñor Arnaiz la dirección del Santo Thomas de Aquino.

Gracias, Señores Obispos, por su profunda solidaridad con la partida de Monseñor Arnaiz, y no me cabe la menor duda de que ustedes, que supieron beber el agua cristalina de la espiritualidad y la sabia erudición de ese virtuoso maestro de maestros, hoy constituye la esperanza de una generación nueva de obispos para la Iglesia de Dios y para la presente generación, cuando analizamos la partida de Monseñor Arnaiz y reconocemos su capacidad doctrinal, sus virtudes morales y espirituales, su laboriosidad y su solidaridad humana y todo esto unido a la nostalgia que produce la partida de un ser tan querido como él, uno piensa: Hoy la Iglesia Católica Dominicana se empobrece.

Pero cuando uno contempla el trabajo realizado por él y ve el fruto que hoy cosechan las comunidades, gracias a la generación de nuevos y ejemplares pastores obispos que formó para la iglesia, entonces el acápite debe decir: Hoy la Iglesia Católica Dominicana crece, florece y se enriquece. Gracias, Monseñor Arnaiz, por la ayuda espiritual, doctrinal, pastoral y sacerdotal, que en forma muy personal usted sembró en mi corazón. Siempre estará presente en el recuerdo de mis pobres oraciones. Espero nos encontremos en el Cielo de la Resurrección Gloriosa.

El Nacional

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