Muy poca gente tendrá la capacidad de olvidar cada palabra dicha.
No es fácil describir el gusto que produce el conversar con quien fue testigo de primera línea en la lucha del pueblo de siete meses (junio-diciembre de 1961) contra los remanentes del Trujillismo, y particularmente de Ramfis Trujillo y Joaquín Balaguer.
El conversatorio desarrollado ayer en la mañana en el estrecho salón de conferencias de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, con Bernard Diederich, periodista y historiador, habrá de permanecer fresco en la memoria con cada expresión del autor y los aportes de algunas de las personalidades presentes.
Trabajo periodístico
Diederich era corresponsal de prensa extranjera en Haití cuando sobrevino el ajusticiamiento de Trujillo, por lo cual se trasladó a Santo Domingo para cubrir los hechos para la revista Time, y ofrecer noticias a Associated Press, Daily Telegraph (de Londes) y la revista Life.
Era un conocedor a fondo de la situación política de Haití y República Dominicana, por lo cual sirvió de orientador a corresponsales de otros medios y agencias que llegaron a informar de los hechos tras la muerte de Trujillo.
Detalla que el trabajo periodístico no era tan fácil e instantáneo como ahora con la facilidad de la Red y los recursos digitales.
Mientras podíamos enviar nuestras noticias por telex, el enviar las fotos suponía un laborioso esfuerzo. Había que poner título a cada fotografía y luego empacar sin revelar la película y llevarla al aeropuerto de Las Américas y enviarla a Nueva York.
La revista Time la recibía físicamente vía un mensajero para procesarla en laboratorio fotográfico de Time-Life en Rockefeller Plaza.
El plagio
El prestigioso periodista norteamericano llamó arrogante y mezquino al novelista peruano Mario Vargas Llosa, al afirmar que plagió su libro que publicó en 1979 titulado They Killed the Goat (Mataron al Chivo), robando sus contenidos para ponerlos en La Fiesta del Chivo.
Arrogantemente afirmó que yo debía estar orgulloso de que escogiera mi libro, sin darme el debido crédito.
Diederich manifestó que el novelista, en su discurso de aceptación del Premio Nobel, hizo alardes de su propia mezquindad y arrogancia al acusar a otros escritores de ser escritorzuelos.
Pide un monumento
Al responder preguntas, Diederich destacó que de esa lucha de siete meses no existe un monumento en su honor, por lo cual entiende el acontecimiento debe ser consagrado para que nunca sea olvidado.
No ser vedetto
Sostuvo que los periodistas están para contar los hechos en base a reportes y contrastados, con un sentido responsable y ético y no para convertirse ellos en protagonistas centrales de la historias que relatan. Criticó que en la televisión norteamericana Anderson Cooper y otros se estelarizan al situarse en el centro de los hechos para la televisión de Estados Unidos
El libro
Cuenta lucha del pueblo contra los remanentes del trujillismo, ilustrado con sus fotos y lo vende la Sociedad de Bibliófilos, en la calle Las Damas.

