Opinión

Agenda Global

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Diplomacia del desarrollo

 

 

Estudiaba en Francia el tema mientras la RD y Haití lograban la adhesión al esquema de cooperación al desarrollo de la Unión Europea vía la Convención de Lomé IV. Esa vez las dos naciones estuvieron compelidas a “mirarse a los ojos”, pero “la política de odio” de las élites a ambos lados de la frontera, con la agravante de las muchas coyunturas de inestabilidad institucional en el país vecino, frustraron el intento de vigorizar las relaciones bilaterales en perjuicio del bienestar de ambos pueblos.

Hoy, cuando la visita de Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo (máximo órgano intergubernamental de la UE y que determina su dirección política, formado por los Jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países miembros y por el Presidente de la Comisión Europea) conmemora los 25 años de este significativo evento para impulsar las relaciones domínico-haitianas, son trascendentes los esfuerzos diplomáticos del Presidente Danilo Medina y su equipo para desprejuiciar y hacer avanzar una agenda de cooperación mutua.

No exagera el Ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo, interlocutor del gobierno dominicano en el proceso de Diálogo de Alto Nivel y negociación de acuerdos con Haití, cuando afirmó en la pasada reunión con el Primer Ministro Lamothey la delegación del vecino país que “en estos siete meses de conversaciones nuestras relaciones bilaterales han avanzado más que en los últimos 50 años. Y, aunque nos alegra que este gran paso haya sido posible ahora, también nos entristece pensar en todo el tiempo perdido”.

No obstante, como lo versó mi querido padre el poeta Juan José Ayuso: “Después de todo, no fue tiempo perdido del todo, todo el tiempo perdido”. Me consta, por mi desempeño en la Oficina de Lomé y en la Cancillería, que también en esos años de terribles “desencuentros, malentendidos y querellas” se generaron, en el marco de la cooperación regional sistemática que promueve la UE, compromisos, proyectos y acciones a niveles político y económico que abonaron la tierra para que floreciera esta nueva era de tolerancia y buena vecindad.

Sin embargo, faltaba la voluntad política firme y valiente tal como fue expresada por el presidente Medina en el convite a su homólogo Michel Martelly (cuyo inexplicable retraso a la reunión trilateral en Punta Cana fue una incorrección diplomática reprochable): míreme a los ojos, estreche mi mano y vamos a trabajar hombro con hombro con el objetivo de avanzar una agenda conjunta de trabajo, con la visión compartida de construir dos repúblicas soberanas, independientes y desarrolladas, capaces de convivir y cooperar con respeto mutuo para enfrentar juntamente los retos que van más allá de nuestras fronteras.

Como estos proyectos comunes van a necesitar ingentes recursos técnicos y financieros de la comunidad internacional para su ejecución, también se destacó que el programa binacional para el undécimo Fondo Europeo de Desarrollo negociado con la UE ya está orientado hacia las mismas prioridades que ambos países han establecido en su agenda conjunta, fruto de los acuerdos surgidos en el diálogo binacional que marca un hito sin precedentes en la orientación de la diplomacia dominicana al desarrollo del país.

El Nacional

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