Discurso inspirador
Las voces que reclaman al presidente Danilo Medina “hablar al país” deberían admitir cierta conformidad al escuchar o leer sus recientes discursos. Hace un par de semanas acudió a la celebración del aniversario de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus): en ese foro presentó los incontestables avances institucionales en materia de transparencia y gestión responsable de los recursos públicos, con énfasis en el tema de las contrataciones públicas.
También, como el líder que debe inspirar y guiar las transformaciones profundas de la nación, fue certero al afirmar que, “ante la voracidad de una sociedad que busca siempre la recompensa inmediata con el mínimo esfuerzo”, su Gobierno trabaja para lograr un “cambio de mentalidad” tendiente a revertir “una cultura de la informalidad y de la ilegalidad, en la que a menudo vivimos inmersos sin siquiera darnos cuenta”.
El pasado miércoles 9 tocó alocución presidencial en el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana, (Amcham), donde lejos de abrumar al auditorio con la lista de los problemas ancestrales del país y de los esfuerzos del Gobierno para enfrentarlos, Medina explicó “la visión de país” que ha guiado su labor desde el 16 de agosto del 2012 y “cómo percibimos el papel que ustedes, empresarios y empresarias, están llamados a jugar en el presente y futuro de la Nación”.
Sin dudas el presidente Medina ha demostrado en estos tres años de gobierno -y con hechos-que es “el político dominicano más convencido” de que la participación del sector privado es “decisiva” como motor del crecimiento económico y que este debe aunar esfuerzos con el Estado para lograr el desarrollo integral de la nación.
En esta tesitura, primero abordó “el freno al desarrollo que impone el deficiente y deficitario mercado eléctrico” y reveló las razones por las que el Gobierno se vio precisado a construir dos plantas a carbón en Punta Catalina. Si bien se asume que nadie en su sano juicio negó la urgencia de modificar la matriz de generación, la más ríspida y reiterada crítica empresarial a esta iniciativa quedó ampliamente despejada: el presidente Medina no solo negó que favorezca que el Estado opere como empresario en la generación de electricidad, si no que fue enfático en que su objetivo primordial es “bajar el costo de generación, no aumentar la participación del Estado en las empresas eléctricas del país”.
Por igual destaca el abordaje de Medina hacia la solución de otro obstáculo mayúsculo que enfrenta el desarrollo nacional: “la ausencia de un sistema moderno de transporte público masivo de pasajeros”… junto al “creciente e irritante congestionamiento del tráfico”. Para dotar los principales centros urbanos del país de este “servicio fundamental para todo el pueblo dominicano” y superar el caos del tránsito vehicular, el Presidente apeló a la creación de alianzas público-privadas para “acordar el sistema óptimo de transporte público, capaz de ofrecer un servicio eficiente y decente a millones de dominicanos y dominicanas”.
En fin, resulta estimulante que el primer mandatario denuncie “la debilidad institucional” del país pero que no se escude en ella: con Danilo estamos del lado “de las cosas bien hechas” para continuar erradicando la pobreza, aumentando el tamaño de la clase media y consolidando el imperio de la ley.