Opinión

AL DÍA

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Del 2 de Mayo de 1861

2.- Una lectura de “crítica histórica” como la que quería César Nicolás Penson, deja en la subjetividad de la emoción de sus fuentes orales lo que concierne a la implicación del patriota José María Rodríguez en “Las vírgenes de Galindo” de “Cosas añejas”.

 Publicada en 1891, no tuvo una segunda edición. En el cincuentenario de su muerte, que ocurrió en 1901, la secretaría de Educación publicó de nuevo la obra, fiel al original.

 Entre 1961 y dos decenios después hubo cuatro o cinco publicaciones de “Cosas añejas”, incluída una “versión”, en las que la falta de rigor y respeto y los intereses de editores suprimieron y agregaron a su antojo.

 “Las vírgenes de Galindo” fue empobrecida con supresiones y agregados de esa falta de rigor y respeto y de esos intereses, por lo que para leer y citar esta obra de Penson hay que recurrir a su primera y única edición, o a la de 1951.

 La implicación de José María Rodríguez en un caso que ocurriría en 1822 no queda en lo absoluto clara en el texto del autor de las “Tradiciones y espisodios dominicanos”.

 Penson no cita siquiera sus fuentes, de manera particular en cuanto se refiere a una revista militar realizada 33 años después por el general José Joaquín Puello y el coronel Juan E. Aybar, de paso por Moca “en 1885” en la tarea de reorganizar al ejército dominicano. Para ese año, Puello cumplía ocho de haber sido fusilado por Santana y Aybar era general.

 Ni en lo que toca a una supuesta confesión escuchada de labios de un condenado a muerte por la rebelión restauradora del 2 de Mayo de 1861, caso que debió verificarse el 19 de ese mes, dado que, de los 25 condenados, sólo fueron ejecutados cuatro, el día 20, el coronel José Contreras, el Comandante Rodríguez, el capitán Cayetano Germosén y el teniente José Inocencio Reyes.

 El relato de Penson se referirá siempre a “un José María”, a “un E”, a “un Rodríguez”, sin ubicar la información en una fuente confiable y sin pasar de ese nombre, de esa inicial y de ese apellido, lo que lo dejará en ficción literaria.

 En realidad, el trabajo del autor en “Cosas añejas”, más bien crónica de “Tradiciones y episodios dominicanos” como él mismo los llama, estaría dirigido a conservarlos y salvarlos como tales del olvido a que por lo general está condenada la memoria oral de los pueblos.

El Nacional

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