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Alarma nacionalista

Alarma nacionalista

Susi Pola

El 12 de octubre pasado, la violencia desatada por personas pertenecientes a una organización de corte nacionalista extremista, contra quienes realizaban un acto cultural de rechazo al colonialismo en El Caribe y América Latina y en homenaje a Anacaona, en el Parque Colón de Santo Domingo, fue alarmante.

Las muchas referencias en la prensa y en las redes refieren una violencia inaceptable socialmente en un país democrático proclamado.

No es de interés dar mayor propaganda a un autodenominado grupo que promete traer “orden a la patria”, visible desde poco más de 5 años, con un discurso de miedo y odio y hasta con agresiones que nos recuerdan las experiencias en otros países y en el corto tiempo, cuando el extremismo llegó a la xenofobia y a separatismos violentos provocando lacerantes confrontaciones de tipo populista.

Como decía el filósofo británico de origen checo, Ernest Gellner, influyente pensador de las ciencias sociales y gran estudioso del fenómeno, el nacionalismo es un producto de la modernización, y surge como reacción en la Edad Contemporánea, durante la era de las revoluciones y de los movimientos independentistas, precisamente, de las colonias europeas en esta parte del mundo.

Sin embargo, el nacionalismo llevado a los extremos es pura y mucha violencia sea donde sea, como pasó el 12 de octubre, con consecuencias brutales, porque forma parte de su esencia sospechar, recelar, etiquetar, determinar en términos de juicio y entonces, crear miedo y transformarlo en odio, sentimientos explotados a profundidad en esas circunstancias.

No olvidemos en el tiempo cercano, la muerte unida al fanatismo en los campos de exterminio a la raza judía y a otras etnias, la crueldad irracional del Ku Kux Klan, grupo de odio del supremacismo blanco estadounidense, teniendo presente la asociación irremediable de esos extremos a los gobiernos populistas que lo permiten, paradójicamente, en nombre de la democracia.

La definición de nación no es tan fácil como se determina en estos grupos extremistas porque la identidad cultural homogénea es imposible, los hijos e hijas de un dominicano y una dominicana, nacidos en España, en Estados Unidos o cualquier otro país, no tienen una identidad nacional clara y el ejemplo vale al revés y para todo el mundo.

El caso es que, dentro de una comunidad nacional existen diversidades y mezclas que requieren contextualizarse en el análisis.

¡Cuidado! Aquí hay que tratar el tema de la identificación que no solo es pura pertenencia territorial. ¡No seamos cruelmente superficiales y rechacemos la violencia!