Fidel y Sully
A Nana que hoy cumple sus 48.
El 28 de noviembre escribí, en el libro de condolencias habilitado en la Embajada de Cuba: “Por Fidel, nuestras condolencias al pueblo de Cuba, pero infinitas gracias por su ejemplo, que me ha permitido ser mejor persona”. Cinco días después, en su entierro, su hermano menor expresó: “Si se podrá” en abierta alusión al mantenimiento del socialismo en Cuba, y más adelante agregó: “La Asamblea Nacional del Poder Popular legislará para que no se produzcan manifestaciones de culto a la personalidad. Fidel no quiere que su nombre sea utilizado para calles, plazas ni monumentos…».
Como figura pública Fidel ha motivado las más disimiles opiniones, pero las más de ellas es de reconocimiento a una vida exitosa, apegada a los principios de humanidad y dedicada a servir a los demás.
Quisieron destruirlo físicamente, intentaron destruir su obra: la Revolución Cubana, al no poder, quisieron destruirlo moralmente presentándolo como otra figura pública ligada al culto a la personalidad y a las ventajas materiales y tampoco pudieron. Les duele que fuera lo que fue y que lo haya logrado siendo una persona digna, honesta, sana.
El día de su entierro fui a ver la película “Sully” de Clint Eastwood que trata sobre el piloto Chesley Burnett «Sully» Sullenberger (Tom Hanks), quien logró realizar, el 15 de enero de 2009, una peligrosa maniobra con éxito: aterrizar un Airbus A320 en las heladas aguas del río Hudson, después de que una bandada de gansos chocara contra los motores.
Considerado como un héroe por todo el mundo, La Aviación Norteamericana quiso opacarlo diciendo que tomó una decisión incorrecta porque pudo devolverse al Aeropuerto de la Guardia.
Se demostró que no, y su decisión permitió que sobrevivieran las 115 personas a bordo, y todo gracias a que en toda su vida, incluidos los 42 años de experiencia pilotando aviones, había sido un hombre de bien, digno y honesto. Para él y Fidel, estas dos frases de Luis Franco: “Qué necesidades tiene de honores el glorioso”.