36 años (II)
El pasado 9 esta columna cumplió 36 años, y prometí celebrarlo y lo celebré: “Lo merezco, máxime que estoy en una buena onda de vida y envejeciendo en paz y los hijos encaminados llevando sus vidas apegadas a principios de bien”.
Les recuerdo que coincide con el natalicio del Patricio Sánchez y fue después que me enteré que mi amiga, la actriz Laura Guzmán cumple años junto con mi columna.
¿Hasta cuándo podré mantenerla? Me pregunté, y no pude responderme, aunque adelanté “… o que simplemente los inevitables problemas de la vejez acorralen al que la ha sostenido por 36 años”.
Aquí estoy iniciando el año 37 con uno de los temas en que me ha ido mejor: Tratar de personas que viven en condiciones difíciles, de ahí que me ha vuelto la idea de escoger 100 de los 2000 artículos que he escrito aquí y compendiarlos en un libro; serían los que más me gusten y por lo regular tratan de esos semejantes que viven o pasan por situaciones amargas como dos jóvenes con aparentes trastornos mentales que piden sin saber ni que piden, un joven en la Alma Mater con Bolivar y una damita en la Lincoln cercana a la Bolivar.
Hablé con mi amigo director de Salud Mental del MSP y no me han hecho caso. Voy a resolver sus problemas yo, no j…. De los viejos artículos me vienen a la mente “Coladio”, “¿Dónde venden ternura?”, “Vendo Caramelos”, “Días y Flores” o aquel “Perdí un pañuelo” que relataba lo que me aconteció mientras esperaba cambiase el semáforo de la Leopoldo Navarro con San Martín miré a mi derecha, por pura casualidad, y vi una señora de unos treinta años llorando, puse mi vehículo en parqueo, me desmonté, tomé el pañuelo con el que siempre ando y como andaba bien vestido y tengo cara de buena gente, ella bajó el vidrio cuando lo toqué y tomó el pañuelo.
Regresé a mi vehículo, ella me hizo un gesto de agradecimiento mientras usaba el pañuelo y luego de cruzar el semáforo también las lágrimas llegaron a mí, como vuelven a asomar ahora que lo rememoro, unos veinte años después.