Levantar muertos
Aya Marcay Quilla” es el titulo de una canción de Mercedes Sosa, que era de las diez que usaba como canción de cuna para dormir a todos y cada uno de mis hijos; tomada del idioma de los Incas, y que ciertamente era de regocijo, pues se traduce en “Levantar muertos”, correspondiente al mes de noviembre en que los difuntos regresaban para verificar que no los habían olvidado.
Una de sus estrofas reza: “Nunca pierdas a tu niño en tus brazos/ nunca sufras tal dolor/ pues parecerá que el mundo se acaba/ que algo dentro se rompió”.
La traigo a colación, en este abril amargo, en que dos jóvenes mueren de la manera más estúpida, uno a golpes de policías en el destacamento de Ocoa, y luego de que su madre acudiese tres veces a verle llevándole comida. Nunca se lo permitieron y solo le entregaron su cadáver dos días después.
El otro, menor de edad, precisamente como dice la canción prácticamente en brazos de su padre mientras esperaban lo atendiesen en una clínica de Higuey luego de que esperase hora y media que los socorriese el 911 y posteriormente ser “peloteado” por el hospital Nuestra Señora de La Altagracia porque no tenían quien lo atendiese.
En la clínica le exigían 30 mil pesos para atenderlo y le dieron largas mientras el muchacho agonizaba en brazos de su padre, cuando se hizo el depósito y fue entrado a Cuidados Intensivos falleció minutos después.
Hay tres disposiciones ministeriales de Salud Pública, un Decreto presidencial que obligan a la atención de emergencia por lo menos las primeras 24 horas, y si eso fuera poco el acápite b del artículo 28 de la Ley General de Salud, que esboza los derechos de los pacientes, dice: “A la atención de emergencia en cualquier establecimiento del Sistema Nacional de Servicios de Salud.”
Sin conocerlos, pensando en sus propios hijos, por ambos casos lloró el que escribe “algo más que salud”.