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Algo más que salud

Algo más que salud

José Díaz

A pesar de que sigo creyendo en las buenas intenciones del presidente Abinader, y de que estos dos años de su gobierno superan con creces los del que fuera mi partido por 32 años (Renuncié del PLD ante la tumba de don Juan el día de su centenario luego de caminar 70 kilómetros, hastiado los actos de corrupción y el abandono de los principios boschistas de sus “alumnos aventajados”), es evidente que es un gobierno para los ricos, sus propios negocios en el turismo, ajeno al problema haitiano y todavía no hay un sancionado por corrupción del pasado y el presente. Ha hecho cambios y hará otros para regalarnos un poco de circo.

Prefiero terminar esta entrega con algo que escribí hace años, a propósito de lo bien que me siento por la bella juramentación del presidente colombiano Gustavo Petro, el que se me parece mucho a Mandela y Pepe Mujica.

El pasado domingo coincidió con el 27 aniversario de la muerte de Lidia García ““La Morena”, mi mamá, cuya principal preocupación con su primer hijo varón, o sea yo, candidato seguro para ser diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), era que no me partiera un brazo o una pierna (De hecho en esas correrías me partí los dos brazos y una pierna), cazando ciguas por los Cerros de Gurabo, maroteando mangos por las fincas que circundaban el barrio de Villa Progreso o jugando “Uno, dos, tres pisacola” por callejones y volando empalizadas.

Esa misma doña, que me recibía con un palo si llegaba a la casa cuando entraba la noche (7 p. m.), por ver donde “Tolete”, (Allí estaba la única televisión del pedazo), a “Ironside”, “Jericó”, “En la Cuerda Floja” y “Bonanza”. Esas eran sus preocupaciones para conmigo, nada de table, nintendo, internet, celulares y otras pendejadas que están dejando problemas que si son “algo más que salud””.