Falsía
No acostumbro, en esta época del año que invita a fiestas y gozo, traer temas que sean de pesar, pero si lo dejo para después perdería su valor y comprensión; aclarar, además, que en los casi 37 años de esta columna, no la hemos usado para atacar a ningún funcionario, y con la presente solo queremos dejar claramente establecido lo que entiendo es una actitud desconsiderada del ministro de Salud Pública.
Desde principios de año le solicitamos una cita para tratarle cinco aspectos: uno de ellos representaba cierto beneficio para mí, pero en el fondo lo era para la población, consistía que el ministerio patrocinara una novela que estaba terminando y que pagase la impresión y nos diese 300 ejemplares de la misma.
La novela “Los amores perdidos” en cierta forma ayuda a evitar la violencia contra la mujer; los otros cuatro temas dos eran que le cedería los derechos de nuestros libros “Humanizar la salud, humanizándonos” y “Servicio al cliente: ¿Válido en el sector salud?” que sirven de consulta en tres universidades y tres escuelas de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UASD. Solo tenía que darnos 200 ejemplares si aceptaba imprimirlos.
La cuarta era que me permitiese darle unas notas sobre el programa de prevención de la mortalidad materna e infantil, y la última hacerle recomendaciones sobre el manejo de los desechos infecciosos.
El ministro, compueblano nuestro y con quien habíamos participado en proyectos de salud, incluidos cuando fue director del hospital ”Cabral y Báez”, meses después concedió la cita, pero a través de un señor burlón y sarcástico que se identificó como su asistente y Jefe del Gabinete de Salud. Todas fueron rechazadas, solo aceptó cumplir con una que se nos ocurrió pedirle en el encuentro que era el nombramiento de una psicóloga amiga. Dio un teléfono que nunca respondió. Lo que más me dolió fue que usaran como testigo al respetable médico Hilario Reyes, amigo de quien escribe “algo más que salud”.