Pasándola mal
A Lidia García (La Morena), mi mamá, que hoy hubiera cumplido 93 años.
Mi mamá llegó a la emergencia de una clínica y al chequearle la presión arterial el médico se asustó y pensando que se había equivocado la volvió a tomar, y no, confirmó que era 310 sobre 180 milímetros de mercurio, una presión incompatible con la vida.
El galeno pidió ayuda para trasladar a mi madre a Cuidados Intensivos, y ella de lo más calmada le dijo: “No se alarme, yo siempre la he tenido así y no me siento nada”. Diabética también, nunca se cuidó a pesar de que tenía una hija enfermera y este servidor médico que vivíamos encima de ella. Se nos fue de un infarto masivo cuatro días después de cumplir los 65.
Ahora ando en una situación similar, pero me voy a agarrar de estas recomendaciones que publicó mi compañera de promoción Betsy Bautista en su página:
“Estamos rodeados de personas que están pasando malos momentos y nos necesitan; tratamos de ayudarles, pero en ocasiones no sabemos cómo.
No necesitan tu opinión a su problema, ni que le quites importancia a lo que te cuentan, ni que les digas “no pasa nada”; quizás simplemente quieran que las escuches, sin más. Tampoco necesitan saber que tú pasaste por algo parecido, ni que les digas que tú tampoco estás en tu mejor momento; quizás simplemente quieran que los acompañes, en silencio.
No les digas “no tienes que llorar”, si lo necesitan deben desahogarse, sin ninguna presión por tu parte; quizás simplemente quieran tu apoyo, ofréceles tu tiempo, míralos a los ojos, sonríeles, abrázales.
No se trata de trivializar algo que ellas sienten como una tragedia (aunque desde fuera no se vea tan grave), se trata de que sepan que estás ahí para lo que necesiten”.