Opinión Libre Pensar

Alimentación al revés

Alimentación al revés

Oscar López Reyes

(I)
¡Hahaha!, ji, ji, ji, jo, jo, jo. A seres humanos de las más dispares contexturas psico-físicas les encanta comer mucho y bueno -a boca llena en la grosería de apetitosos banquetes- con sus antojos encaramados en las azoteas de sus cerebros y acosados por el hambre emocional, liberando compulsivamente dopamina. ¡Pobrecitos, con las panzas “ricas” en oscuros océanos de su expresividad gustativa!

Cuando esas criaturas bajan los comestibles a sus barrigas, no miran a nadie, ni tampoco convidan a compartir a ningún cercano.

Existen los que se quieren casar con mujeres que no sean bonitas ni inteligentes, pero sí que sepan cocinar sabroso, y que les permitan estar siempre con un muslo en las manos.

La alimentación saludable, al revés:
1) Despilfarrar con la boca una tonelada de carne roja repleta de sebos, con una pila de sal y condimentos químicos, para hablar el español con más fluidez y elocuencia. ¡Guagggg!; 2) Reventar el estómago con enormes piezas de pica pollo, crujientes y empapadas de grasa, a fin de matar el hambre y hacer que los brazos crezcan 7 centímetros de largo; 3) Clavarles los dientes a trozos de chicharrones, rebosantes de manteca y, en beneficio de la seguridad personal, volverse un gordiflón, porque será muy pesado y engorroso que lo secuestren. ¡Salud!

También, 4) Tragar, como el rey de los comilones, pedazos de pizzas e inmediatamente tarros de helados de los más variados sabores, destinado a endulzar la presencia terrícola, alejado de la amargura que empequeñecen los cachetes y las papadas; 5) Desgarrar un paquete de yaniqueques y empanadas, bañadas de ingredientes procesados secretamente, ya que así se quitará el hipo y podrá asistir a la Iglesia como un verdadero cerdito.

¡Hele!; 6) Jartar de una sentada con un montón de hamburguesas, con queso amarillo derretido y papas fritas llenas de aceite super cocinado, aunque tenga que evacuar como diez veces en el baño, lógicamente, acariciándose la panza.

Igualmente, 7) Jondear, a cada instante, porciones de pan de harina blanca, espaguetis con fritos verdes y galletas altas en calorías e hidratos de carbonos, con el propósito de ser fuerte y millonario en experiencia gastronómica.

¡Qué emoción!; 8) Tirar hacia el buche, sin pensarlo, por la mañana, al mediodía y por la noche, bocadillos con abundante tocino y embutidos, para disfrutar el más apetitoso rato del globo terráqueo, y evitar tener que pasar como un miserable alimenticio; 9) Engullir una rebanada de bizcocho y un combo de refrescos energizantes y embotellados -bien azucarados- buscando curar las penas y sentirse feliz. ¡Ring, ring, ring!, y 10) Saborear una jarra de mangos y un fardo de guineos maduros, para no subir los niveles de azúcar en la sangre, ni tener que sorber sopas de fideos, porque son muy bobas. ¡Oye, te lo ruego!