Como aquella mañana del domingo 11 de septiembre de 1966, cuando circuló por vez primera, El Nacional, al festejar hoy el 46 aniversario de su fundación, renueva con vocación y devoción su irrenunciable compromiso de defender y promover la verdad, la justicia, la libertad de expresión y todos los derechos ciudadanos.
Con una guerra civil como referente y cenizas del acto terrorista perpetrado contra talleres y oficinas de la revista ¡Ahora!, como vientre, este periódico emergió a la vida nacional con designios bien definidos, entre los que se resalta el mandato de no claudicar jamás ante ninguna forma de represión, injusticia o exclusión.
El mayor orgullo que puede exhibir El Nacional durante el angustioso trayecto de la historia que le ha tocado recorrer, es su papel de escudero de la libertad, madriguera del libre pensamiento y cantera de profesionales de la comunicación que han asumido con vehemencia su decálogo ético.
Miedo o vacilación son vocablos inadmisibles en la redacción de El Nacional, que en tiempos de mayor oscurantismo político se convirtió en templo donde cuerpos e ideas objetos de persecución y escarnio se guarecían en la seguridad de que sus derechos serían defendidos por un periódico que supo repeler las balas con palabras.
El Nacional ha sido también carpintero a tiempo completo en la construcción del aún no concluido edificio de la democracia y sus páginas reclaman cada día que se habiliten compartimientos de justicia y equidad en favor de millones de dominicanos que malviven al otro lado de la verja de miseria.
Por 46 años, este diario ha sido testigo, informante y mensajero de grandes sucesos y jornadas cívicas en casi 50 años de historia contemporánea, sin variar ni un ápice su principio de objetividad en la información, libertad de opinión y defensa irrestricta de las libertades públicas.
Propicia es la ocasión para expresar votos de gratitud al fundador de El Nacional, doctor Rafael Molina Morillo, quien sembró un árbol para cobijar a los desheredados de justicia; al doctor Freddy Gatón Arce, su primer director, quien mantuvo encendida la antorcha de los principios, y al empresario José Luis Corripio Estrada, por asumir el compromiso de sustentar e impulsar este medio que es patrimonio del pueblo dominicano.
Quienes hoy ostentan el honroso compromiso de editar cada tarde este periódico, reafirman su férrea voluntad de trabajar sin descanso para que El Nacional sea por siempre La voz de todos.

