El título de esta columna es una expresión popular, y para lograr que el nuevo año traiga cambios positivos para nuestras vidas, debemos empezar por cambiar la forma de pensar y percibir el entorno.

Hay que recordar que si comienza el año sin planes, otros te contratarán para que hagas realidad los suyos.
Si en Navidad se celebra la unidad entre lo trascendente, a través de la figura del Dios hecho hombre, en Año Nuevo se celebra algo parecido, si bien de menor enjundia ontológica, no por nada el rito del año nuevo es de una sacralidad más pagana que la Navidad.

En el Año Nuevo también se celebra algo trascendente y eterno: la propia estructura del tiempo, la raíz constante en todo cambio, el tema invariable de las anuales variaciones.

La verdad es que todos quisiéramos que este año fuera solo de bendiciones, pero tenemos que estar consientes que cada año trae consigo desafíos y retos que al final nos ayudaran a ser mejores seres humanos.

¿Sabías que si no ejecutas tus sueños, otros te contratarán para que trabajes en los suyos?
Así como experiencias en estos desafíos nos ayudarán a crecer, sucesos que tendremos que pasar y que al final contribuirán para dar palabras de aliento o consejos a otros en situaciones parecidas.

La mejor forma de comenzar este año es con planes concretos y metas específicas y saber hacia dónde vamos y tener claro los escollos que encontraremos en el camino y la estrategia para superarlos.

Lo importante de todo esto es que el propósito final en cada situación que tendremos que enfrentar durante el 2016 la acompañemos de solidaridad y lealtad, a fin de hacernos mejores, enseñarnos, capacitarnos e instruirnos en la vida.

Te invito a depositar todos tus planes en este año que vamos a comenzar en ti mismo, hacer un compromiso con tu persona sobre la ética y la moral; sobre la lealtad hacia los proyectos en los que te ha comprometidos, no importa si terminan con éxito o sucumben en el intento.