El año lectivo 2022-23, que concluyó el viernes, será recordado como uno de los más frustrantes de los últimos años, porque su fracaso se equipara con los casi dos fallidos períodos escolares de la pandemia, cuando hubo estancamiento en el aprendizaje.
Después de los fatídicos informes sobre pobre desempeño escolar y alto nivel de violencia estudiantil, el ministro de Educación despidió la jornada lectiva con la revelación de que miles de profesores que imparten inglés carecen del dominio de ese idioma.
La escuela pública ha sido un desastre, sin control de calidad en la enseñanza ni garantía de cumplimiento del calendario escolar o del desempeño de los docentes, por lo que puede decirse que el que concluye debe ser un año para el olvido.
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El ministro Ángel Hernández tiene el compromiso de revertir el desastre que agobia al sistema educativo, sin convertir su gestión en una especie de ministerio de las excusas. También la ADP debe asumir con responsabilidad su rol ante la sociedad dominicana.